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Channel: LOS COQUILLAS DE CIFUENTES
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GANADERÍA " AVE MARÍA "

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Cuando doña Ana Orta García, la viuda de Javier Molina falleció con 102 años, sus 35 herederos acordaron vender la finca El Sardinero, que, desde 1949, había constituido el neurálgico de la familia. Como todos sabemos El Sardinero es una playa de Santander y la finca se llamaba igual porque así lo quiso un propietario anterior, de origen norteño.
Gracias a la ganadería que creo comprando Guardiola Soto, puro Parladé a traves de Gamero Civico, don Javier Molina enseño a los suyos los autenticos valores del campo bravo. Marcaba sus toros con un hierro similar al que utiliza Daimler en sus coches Mercedes Benz. Durante muchos años don Javier vendía en su red de sucursales los Mercedes que circulaban por Andalucía.
Con el tiempo, al casarse Javier - uno de sus nietos - con una hija de Borja Domecq, los ejemplares que se encontraban el El Sardinero fueron refrescados con sangre Jandilla y Fuente Ymbro, como sabemos Javier Molina, nieto, maneja las riendas de la ganadería de El Parralejo.
Pero al fallecer doña Ana Orta, El Sardinero se vendió a puerta cerrada, es decir, con todo lo que había dentro.
Su nuevo propietario, Philippe Pagés, confiesa que El Sardinero es una casa hiper-mistica, su dueña tenía imágenes de la Virgen y rosarios por todas partes. Dicen que el Papa Juan Pablo II durmió en la habitación principal de la finca. Philippe Pagés lo ha dejado todo como lo encontró. Hay que respetar el espíritu del lugar.
Después de un trato cortés Philippe se hizo con la finca, sus 900 hectáreas, la ganadería brava, los muchos caballos domados para acosar, los trofeos de caza, el personal, las vacas de carne. Acepto la petición de Javier Molina, nieto, de quedarse con el hierro de su abuelo, a cambio de otro que permitió a Philippe ingresar en la Unión.
Y de la noche a la mañana, El Sardinero, pasó a llamarse Ave María, merced a un bonito azulejo que doña Ana había colgado en una pared exterior, donde se ve a tres angelitos revoloteando por las nubes alrededor de esta inscripción. Para su nuevo hierro, Philippe utilizó la silueta de la Virgen del Rocio.
Philippe Pagés, nacido en el seno de una familia de industriales provenzales, supo desde muy joven que la vida nunca resulta un largo río calmo, sino un torrente lleno de peligros. Miembros comunistas de las Brigadas Internacionales que se habían refugiado en los montes de las Cevenas durante la Guerra Mundial raptaron a su abuelo porque era el " rico de su pueblo ". Y para salvarle la vida, la familia tuvo que pagar por el rescate 4 millones en oro, lo que provocó la desaparición de todas las fábricas. Philippe vio entonces como su padre salía otra vez de la nada, fabricando tiritas. Se matriculó en Farmacia y, cuando su padre le ofrecio trabajar a su lado, la experiencia duró un único día, al final del cual Philippe le dijo a su padre que sus caracteres eran imcompatibles. Éste último propuso entonces jubilarse para dejar libertad a su hijo, con el fin de que reformara el negocio familiar. Y así se hizo. Tenía 30 años. Tiempo después, en el 96, creo la empresa
" Hygiène Difusión ", con 2500 trabajadores, la cual vendió tres años más tarde por 158 millones de euros. Compró entonces diez clinicas. Con 43 años, decidió jubilarse para criar vinos en Salinelles, bajo la denominación " Château La Clotte-Fontane ".
En el 2000, decidió criar toros y compró una punta de los antiguos " Arranz " a César Chico, a la que, hace poco, añadió 70 vacas de origen Fuente Ymbro y dos sementales del mismo hierro.
Fue cuando un amigo de Philippe, le preguntó si no le daba vergüenza disfrutar así de su jubilación con todo el paro que había en Francia. Y le retó a ver si era capaz de empezar otra aventura industrial. Se dieron la mano y le mandó poner una fábrica en el Norte de Francia, donde el paro llegaba a más del 40%. La construyo entre unas antiguas minas de carbón y altos hornos para fabricar productos farmacéuticos, un mercado copado al 95% en Francia por empresas alemanas y filandesas. Al principio, durante dos años, perdió el valor de un Aston Martín cada semana ( 200.000 euros ). Luego, sólo perdía un Aston Martín cada mes. Luego cada trimestre. Los banqueros le preguntaban si esto iba a seguir mucho tiempo y él les decia que si. Y después de tres años y algo, las cuentas se equilibraron por fin. De hecho, su director financiero le comunicó que después de pagar impuestos, el mes pasado han conseguido un beneficio de un millón. Piensa abrir otra fábrica en España pues manda cada día dos trailers de mercancia.
En la fábrica de su padre la actividad principal era la fabricación de algodón hidrófilo y de tiritas para los hospitales. Cuando los tunecinos y luego los chinos se metieron en estos mercados, vieron que iban a quebrar. Fue cuando empezaron a fabricar los primeros pañales para adultos. Les fue de locura. Y ahora fabrican dos millones diarios.
Philippe tiene asumido que, con la nueva ganadería, no ganará dinero, y hasta le puede costar bastante dinero. El mercado no pinta boyante, y aunque a comprado las mejores semillas, la cosecha no brotará antes de que pasen varios años..... A pesar de las guasas de sus amigos, que predicen su ruina, ha cogido confianza gracias a la ganadería que tiene en Francia, la cual va bien.
El éxito o fracaso posterior depende de las bases que sientas al principio.
En los carcados de Ave María quedan tres camadas de los machos marcados con el hierro de Mercedes, es fácil adivinar el futuro que aguarda a sus madres.
Asegura Philippe : " Lo que tentamos no me gustó, salen violentos y luego se vienen abajo, sin raza ni clase, sin definirse. Justo lo contrario de lo que se pide al toro hoy ".
" Aquí vienen a tentar las figuras, y cuando se pasean por los cercados, es importante que vean las vacas de Cuvillo con el toro de Cuvillo para entender que lo que tenemos aquí es una sucursal.
Robert, hijo de Philippe que dirige la ganadería que tiene cerca de Béziers. vive en Ave María entre 15 y 20 días al mes.
Philippe fue al Grullo de Cuvillo, pensando que sería donde mejor le podrían atender. Y en noviembre de 2015 les dejo Cuvillo 52 vacas preñadas con notas excepcionales, y 30 eralas sin tentar.
Quizás pediran algo a Santiago Domecq. En Francia tiene el 50 que le compró a Santiago. ¡ Con él le tocó el Gordo ! Le dio vacas excepcionales y aprobó cuatro de sus hijos aún mejores que él.
Va a traer a España a Ave María unas treinta vacas de estas familias para disponer de una reserva de casta que tiene muy controlada por si la necesita.
El toro estrella de Ave María es Lanudo 238, que le dejó Cuvillo, y que tiene una genealogía importante.
Piensa tener unas 250 vacas, seis o siete corridas al año.
Afirma Philippe : ¡ Qué más queremos !  Vivir al lado del toro en este precioso entorno no tiene precio.






SALTILLO

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Con la compra en 2013 del histórico hierro de Saltillo a sus primos, Joaquín Moreno Silva ha reunificado las dos vertientes de este encaste único, donde su toro Viergado, lidiado en las Ventas en septiembre último, ha surgido como un salvador providencial.
Los primos de Joaquín, Félix y Enrique Moreno Maestre de la Cova, heredaron el viejo hierro de Saltillo, pero como eran más urbanos que campesinos se lo vendieron a Joaquín que cumplió así el sueño de su vida.
A la entrada de su finca la Vega, el hierro histórico de Saltillo sustituyó inmediatamente al de Moreno Silva, y también en los registros de la Unión de Criadores de Toros de Lidia.
Los cuatreños de saca son los últimos en lucir el segundo hierro. Todas las reses nacidas a partir del año 2013 son Saltillos en cuerpo y alma. Y, más importante todavía coinciden con la vuelta del encaste a la primera fila. En las laderas de la dehesa, que se extiende sobre las primeras estribaciones de la Sierra Norte, las vacas de Saltillo gozan de una vista única sobre la vega del Guadalquivir, desde Palma al oriente hasta Peñaflor al poniente. Una situación previlegiada de la que disfrutan con mucha naturalidad, como si estuvieran convencidas de la superioridad de su sangre. En la Vega, Joaquín tiene un solo lote de cubrición, y los machos. Las otras estan en el Molino de Chirrión con los cochinos de patas negras, 400 vacas en total. Pero gracias a esta cantidad de madres, el peligro de la consanguinidad se aleja, las camadas se amplían y las posibilidades de escoger la flor de cada una para la lidia, también. Poco a poco, el pelo cárdeno está superando al negro.
Las vacas tienen unos comederos de piedra tallados a mano hace un par de siglos. En algunos, unas conchas fósiles se han quedado atrapadas en la roca, vestigios de tiempos inmemoriales, cuando el mar sumergía lo que ahora es una cantera abierta en lo alto de un cerro.. Al igual que los estratos gealógicos del suelo, los encastes bajan y suben a lo largo de su historia. El de Saltillo se hundió durante la guerra y consiguió sobrevivir entre dos aguas gracias al empeño de los hijos de don Félix Moreno Ardanuy, y ahora de su nieto Joaquín Moreno Silva.
Reducido a un pequeño nucleo por culpa de las normas sanitarias impuestas con la entrada en el Mercado Común allá por el año 92, pudo desaparecer del todo, pero se salvó gracias a las naranjas que también se crían en la Vega. La cosecha del 2015 fue espectacular. Las naranjas de la Vega dan mucho jugo, lo que durante décadas permitió mantener a la ganadería, ampliarla con paciencia, mejorarla, pulirla sin quitarle un ápice de su personalidad, y al final, después de algún refresco por la vía de Buendía, darle su perfil actual, más moderno, pero igual de temible.
A pesar de todos los esfuerzos del ganadero, este renacimiento no habría sido posible si otro movimiento subterráneo no se hubiera puesto en marcha : cuando las aguas parecían haber cubierto para siempre al encaste Saltillo, el empeño de los aficionados y de algunas plazas por levantarlo hizo que, lentamente, remontara desde el fondo hasta la superficie, emergiendo desde las aguas, como un islote perdido en el mar del monoencaste. Igual que las extrañas piedras marinas que los geólogos encuentran a menudo en lo alto de las montañas, los fósiles de Saltillo volvieron a brotar, despertando la curiosidad entre los aficionados, para los cuales representan un pasado remoto que se cría perdido.
Enrique, el mayoral, entró en la Vega muy joven, hace 25 años, para ocupar el puesto de su padre, que fue mayoral en tiempo de don Félix Moreno Ardanuy, el abuelo de Joaquín, y luego de su tio.
En tiempo del abuelo de Joaquín, su padre le contaba a Enrique que los toros se criaban en la misma vega, que son las mejores tierras.
Hoy son los primos de Joaquín, que cultivan allí patatas, espinacas..... todo crece en ellas.
Comenta Enrique, el mayoral : Desde que se destetan, los machos crecen a hierba y bellota en el monte hasta bien cumplidos los tres años. Luego, cuando los cercados de la parte baja de la Vega, se vacían, los bajas a ellos, se enfundan y se preparan a pienso para la lidia.
" En el monte, los pitones se endurecen mucho. Los treinta y pico utreros disponen de 60 hectáreas donde se reparten en varios grupos.Cuando se juntan los grupos suele haber grandes broncas..... Tienen tres corridas para 2017. La criba es considerable. Aparte de las bajas, sólo hay que dejar lo mejor para toro. Y para Madrid, si puedo juntar todo cárdeno, no metó negro. Si dejo una corrida negra me cuesta mucho venderla ".
¡ Saltillo tiene que ser cárdeno !
Yo nací en aquella casita que está alli. " Me fuí de aquí con dos años y volví con 24, estuve con el padre de Joaquín cinco años, y luego con él ".
La campaña de tentaderos va muy bien y Enrique tiene prisa para que termine : " En cuanto antes echemos fuera las vacas desechadas, mejor. Más espacio y más hierba para las que se quedan. Al día siguiente de conocer las desechadas, suben al camión del carnicero.
Los toreros llaman todos los días para tentar. Se nota que hay menos vacas por todas partes.
El toro lidiado en Las Ventas bendijo a la ganadería a ojos de los toreros. " Fue extraordinario. El Rosco se quedó afónico de tanto gritar para pedirle la vuelta al ruedo...... Yo entiendo que el toro nuestro es más de público que para estar delante. Esas corridas son para toreros muy preparados y dispuestos. La última corrida que se lidió en Céret tenía cerca de seis años, peso más más de seiscientos kilos y le dieron una media de cuatro puyazos fuertes a cada toro.
La que preparamos en la Vega para esta plaza en 2016, no le va a la zaga.
La de Madrid es más bonita y pareja, sin dejar de ser una tía. Para su vuelta a San Isidro, Joaquín Moreno Silva ha dejado la flor de su camada. Se escogió por notas y hechuras. Son toros fuertes y mus culosos. Deberían dar mucho juego.
En el cercado lindando con la corrida para Céret asoman tres esparragueros. Andan de furtivos por la Vega y no se cortan un pelo cuando tropiezan con el personal de la Vega, algunos se han llevado una cornada, pero vuelven igual. Dicen que con los espárragos viven todo el invierno, cosechando de ocho a veinte kilos a diario. En la Vega, todo se aprovecha : espárragos, toros y naranjas.
Joaquín ha invitado a los dos triunfadores de la corrida madrileña que le permitió salir del purgatorio y entrar en San Isidro.
En la corrida el quinto " Viergado ", cárdeno, de 576 kilos al que José Carlos Venegas le cortó una oreja. Si " Viergado " hubiera caido en manos de un torero más preparado, se le había pedido el indulto, lo cierto es que le pidieron la vuelta al ruedo y, a pesar de la fecha tardía del festejo, tuvo tanta trascendencia que se le consideró como uno de los mejores toros de la temporada madrileña.
Para los del 7 y la Asociación del Toro de Madrid, " Viergado " resultó de los mejores de la temporada, y así lo premiaron.
En el palco de la plaza de tientas, el ganadero está rodeado por los hermanos Álvaro y Pepe, los de la Quinta. Son primos lejanos a través de los " de la Cova " de la generación de los abuelos.
En Saltillo, se ha producido algún refresco via " La Quinta ". De hecho, cuando Javier Buendia vendió la parte de la ganadería familiar que había recuperado, Joaquín Moreno Silva y Álvaro Martínez Conradi la compraron a medias, lo cual explica que en ambas ganaderías se vean animales con el curioso pelo flor de gamón, muy claro, procedente de un semental de Bucaré que padreó en casa de Javier Buendía y que sigue padreando en casa del maestro Paco Camino.





LOS AÑOS BRONCOS DE LA EDAD DE PLATA

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Lejos de sensibilizarse por la muerte de Joselito, los públicos se avinagraron con los nuevos espadas que intentaron ocupar los inaccesibles lugares de las figuras de la Edad de Oro, en un empeño casi titánico por hacerlos olvidar. El que más apenas sumaba tres años de alternativa y, de repente, se encontraron solos cargando con el peso de la púrpura.
Pero ni aun así hubo condescendencia con ellos. En especial, los públicos la tomaron con Varelito, el pundonoroso espada sevillano, afamado de buen estoqueador, que la tarde del 21 de abril fue cogido en Sevilla por el toro " Bombito " de Guadalest. Tal era la persecución de algunos que al pasar por el callejón, cuando le llevaban a la enfermeria, se volvió indignado contra el tendido y gritó esa famosa frase por la que Manuel Varest ha pasado a la historia :
" Ea, ya me la pegó, ya estaréis contentos ". Moriría el 13 de mayo.
Pero no fue la de Varelito la primera ni la única muerte de esos años broncos de la tauromaquia. La experimentación y el seguimiento de los avances técnicos y estéticos que aportaron Joselito y Belmonte se cobraron su buen tributo de sangre, máxime cuando aún los ganaderos no habían pulido la fiereza del toro al nivel que exigían las nuevas formas. Fue ya larga la lista de víctimas que se cobro el belmontismo en la década de los diez, con Antonio Carpio a la cabeza. Pero más larga aún fue la de la Edad de Plata. " Cuando todavía se llora a Joselito " la abre en julio de 1920 el vallecano Agustín García " Malla ", en Lunel. Le siguen Ernesto Pastor, Granero, Manuel Báez " Litri ". Y así sucesivamente, hasta 1940 mueren un total de 11 matadores de toros, 52 novilleros, 31 banderilleros y 9 picadores. El nuevo toreo, la áspera fiereza del toro y los aún escasos avances de la medicina, convierten esta época en la más letal de la tauromaquia. Y eso que a partir del año 27 la aparición del peto contribuyó a atemperar las embestidas de los toros y a " dulcificar " la segunda mitad de este ciclo taurino.
También en lo social fue esta una etapa dura de la vida española. Y hasta, ese mismo año de la muerte de Granero,  la policía tuvo que cargar contra el público exaltado que intentaba quemar las andanadas de la plaza de Madrid tras una tarde de constantes protestas por culpa del ganado. Los toreros sufrieron en sus carnes la tensión de la calle.
Manuel Granero y Valls, nace en Valencia el 4 de abril de 1902, fue un joven de cara aniñada y airosa figura que desde que empezó la profesión como becerrista le entro el toreo en la cabeza y daba gran realce a cuanto hacía con el capote y la muleta. Era fácil matador, además, y todo parecía que sería una figura de excepción.
Se presentó en Madrid como novillero el 29 de junio de 1920 para estoquear reses de los Herederos de Esteban Hernández con Valencia II y Carralafuente ; triunfó en tal ocasión, como triunfó en Sevilla después, y en aquel mismo año, el 28 de septiembre, le dió Rafael " El Gallo " la alternativa en Sevilla, al cederle el toro " Doradito " , de Concha y Sierra, en presencia de Chicuelo. Este diestro fue quien se la confirmó en Madrid el día 22 de abril de 1921, con Carnicerito de testigo y toros de Gallardo, y fue tal el éxito, que en seguida fue elevado con mucha fuerza, influyendo no poco para ello el deseo de buscarle un sucesor a Joselito. El caso es que en aquella temporada de 1921 tomó parte en 94 corridas, con abundantes triunfos y que para la temporada de 1922 quedó en la mejor situación.
Comenzó con triunfos en Castellón, Valencia y Barcelona. El 1 y 3 de mayo actuá sin mucha brillantez en Bilbao. Y el 7 se anuncia en Madrid.
Sus compañeros de becerradas, los novilleros que tanto prometían, han ido poco a poco defraudando a los aficionados.
De la Rosa, un consumado artista del pase natural, se va disipando entre juergas y mujeres. Chicuelo,, al que aún no ha llegado su momento, pierde expectación por su desesperante irregularidad, aunque salpica faenas que anuncian la que definirá artísticamente esta época unos años después.
Antonio Márquez, al que apodan " el Belmonte rubio " y el tosco Nicanor Villalta, aún no han despegado.
Manuel Granero está en lo más alto, sólo amenazado por la ambición de Marcial Lalanda. Se desea, más que artista una nueva pareja. Por eso al anunciarlos juntos hubo llenazo el 7 de mayo de 1922 que se celebra en Madrid la cuarta corrida de abono ; con tres toros del Duque de Veragua y tres del marqués de Albaserrada, para Juan Luis de la Rosa, Manuel Granero y Marcial Lalanda, que confirmaba la alternativa que le diera Juan Belmonte el 28 de septiembre de 1921 con toros de Surga.
El cartel era de lo mejor que la Empresa podía presentar, y tan del agrado del público, que revendedores vendieron como quisieron las localidades que fueron a sus manos.
Llena estaba la plaza y en la calle se quedó mucha gente con deseos de ver el festejo.
Manuel Granero, salió con más voluntad que nunca buscando un éxito que creía necesitar, dado el puesto que ocupaba en la torería. Ocasión propicia le mostró para lograr su deseo su primer toro, al que saludó con unas verónicas tres de las cuales fueron materialmente dibujadas. Se adornó en los quites y en las banderillas sus tres pares fueron aplaudidos. Tomó espada y muleta, y después de brindar se fue derecho al de Albaserrada al que toreó con suavidad y temple extraordinarios. Dejó una estocada y dió la vuelta al ruedo por última vez en su vida.
Y a las cinco y cuarto de la tarde salió al ruedo el quinto toro de la tarde de nombre " Pocapena ", de Veragua, cárdeno bragado y astifino de cuerna.
Al lancear Granero a su segundo enemigo no le fue posible lucirse, porque el bicho pegajoso y burriciego, se paraba en seco sin seguir el viaje que el diestro le marcaba.
Bregó Granero y consiguió meterlo en el caballo del picador donde mostro poder.
A banderillas llego " Pocapena " incierto y descompuesto y la cuadrilla le dejaron los seis palos con la aconsejada rapidez. Tocaron a matar y apenas se podía vislumbrar faena alguna, Blanquet hizo un amago de sacar al toro al tercio, para que, con su mansedumbre, no le apretara al matador en su inicio del trasteo, pero Granero se lo impidió :
- " Déjalo, que ya puedo con él ".
Fueron sus últimas palabras antes de citarlo para su muletazo predilecto, el ayudado por alto.Tan pegado a tablas que el manso le apretó descompuesto, se le puso por delante, y le prendió por la pierna izquierda, haciéndole girar. Tras lanzarlo al suelo, " Pocapena " le hizo hilo y, a derrotes, le fue empujando a favor de querencia hasta meterle debajo del estribo. En el último le alcanzó la cabeza y le estrelló contra las tablas. Marcial, al que se quiso culpar de la muerte por tardar en llegar al quite, fue, en cambio, el primero que le metió el capote al toro encelado en la presa. Y cuando se lo llevó se pudo comtemplar una escena atroz. Los propios toreros se taparon la cara para no ver la de Granero destrozada y ensangretada en brazos de las asistencias.
Marcial acabó como pudo con " Pocapena ", y parte del impresionado público comenzó injustamente a increpar a Marcial Lalanda buscando un culpable. Otros abandonaron la plaza. También el presidente. La corrida se suspendió. El herido Granero entró en la enfermería en periodo agónico y falleció a los pocos minutos.
Días después de morir Granero, el crítico Corinto y Oro terminaba así su evocación del torero valenciano.
" Señores miembros del parlamento taurino : el sillón del ilustre Joselito sigue vacante.
¿ Quién había pedido la palabra ? ¿ El señor Lalanda ?
Don Marcial : su señoría tiene la palabra ".
Y es cierto que el joven maestro lideró tras la tragedia los primeros años de la Edad de Plata, pero pronto tuvo que compartír su temprana hegemonía con una brillante generación hasta poner el hilo del toreo en Manolete, Armillita, Chicuelo y Manolo Bienvenida.
El gran peón Blanquet tuvo esa tarde, como en la del 20 de mayo en Talavera, que había olido a cera en el patio de cuadrillas. Y angustiado, decidió retirarse hasta que Ignacio Sánchez Mejías le hizo reaparecer. Otra tarde más volvió a oler a cera pero la corrida terminó sin incidentes. Tranquilo ya, esa misma noche, en el tren de viaje de vuelta de la corrida Enrique Belenguer " Blanquet " caía fulminado, en su asiento del tren, fulminado por un infarto.





RECORDANDO A JOSELITO

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Todos los años, desde el de 1920, en todas las corridas que se celebran en plazas o por toreros españoles el 16 de mayo, hacen estos el paseíllo descubiertos, en señal de duelo.
Este 16 de mayo de 2016 se han cumplido 96 años desde que el toro " Bailador ", mató, en Talavera de la Reina, a José Gómez Ortega, Gallito, y aún se perpetúa entre la torería su recuerdo de tan patética manera.
Puede afirmarse que ninguno de los diestros que hacen el paseillo descubiertos conoció a Joselito, y aunque ninguno había nacido en aquella fecha, el homenaje vivo sigue, rindiéndose a la memoria del diestro que mejor simboliza, con sus virtudes y defectos, la idea de lo que debe ser el torero y de cómo debe concebirse el toreo. Solo una entrega íntegra a la profesión, una dedicación absoluta a ella en la vida y en la muerte podía producir ese carácter torero cuyo recuerdo se actualiza cada año y cada año cruza calladamente la arena de las plazas, aleccionador y glorioso.
No eran de apogeo los años en que Joselito hace su apredizaje y se lanza a la aventura de la profesión, Hijo de un gran torero y perteneciente su madre a una gran familia gaditana de toreros y artistas, su vocación no podía ser sino la taurina.Cuando Joselito pudo darse cuenta de la situación de la fiesta taurina, en el alborear de sus aspiraciones, una gran figura, la de Antonio Fuentes, consumaba su decadencia, y la pareja Bombita- Machaquito seguía dominando las plazas, aunque con signos inequívocos de declive. Joselito comtempla este panorama de la fiesta con ojos infantiles, sin los resabios del aficionado maduro que convoca todos sus recuerdos para la comparación y el contraste, Joselito, con sus ojos infantiles, no tenía otro término comparativo que lo que él imaginaba que podía hacerse con los toros. Y los diestros que veía torear desde su reveladora infancia tenían que ser con su toreo el fundamento de su concepción del arte que aspiraba a practicar.
Joselito no alcanzó a ver a Guerrita, aunque oyera contar sus historias, y ante la vista, y en ese terreno del dominio de los toros, tan solo tenía el ejemplo de Bombita, dominador muy reducido de escala junto al ejemplo del colosal cordobés. Además, en la tradición familiar, el nombre de Guerrita estaba muy implicado, ya que fue banderillero de su padre, y pese a pasajeras desaveniencias mantuvieron siempre una relación cordial. No era la concepción del toreo de Guerrita la del señor Fernando El Gallo, padre de Joselito, ni mucho menos la de su hermano Rafael, pero la admiración por el poder, los recursos y la eficacia torera del cordobés debieron ser en aquella casa constante objeto de comentario, y en la admiración de tales virtudes toreras iba formando Joselito su concepción del toreo.
En el recuerdo y fama de su padre, y sobre todo en su hermano Rafael, al que desde niño vió torear y al que siempre admiró. Pero si el toreo de Rafael podía parecerle la meta de una manera de concebirle, Joselito era demasiado ambicioso para resignarse a una valoración torera, por refinada que fuera, que no llevara consigo el poder y el mando.
Joselito necesitaba mandar sobre el toro, y como consecuencia sobre la fiesta, y el camino del toreo de Guerrita se le presentaba despejado y evidente para tales fines.
Pero Joselito era sevillano y no podía satisfacerse con arrollar en el toreo con su poder. Era precisa la colaboración del arte, tal como en el toreo puede comprenderle un sevillano, y de ello tenía el mayor ejemplo en su hermano. Pero Joselito no podía imitarle, necesitaba crear su estilo y su manera, adaptar a sus cualidades y exigencias las metas que tanto anhelaba.
Pero aún era precisa otra condición que fue decisiva en las aspiraciones del torero : la dedicación exclusiva a su arte y profesión. Joselito vivió solo para los toros, no quiso saber de otras satisfacciones que las del toreo pudiera proporcionarle.
El resultado fue un torero excepcional : largo como el que más lo haya sido en la historia del toreo, dominador, tanto por sus conocimientos y técnica como por sus poderosas facultades físicas.
Perfecto en su toreo, sobre todo a partír del tercer año de su alternativa, en el que el influjo de las maneras del trianero Juan Belmonte, captadas inmediatamente por José, se hace felizmente notorio.
Así Joselito queda en la historia del toreo como un diestro de proporciones gigantes que no cede ni ante el recuerdo de las casi legendarias figuras de Pedro Romero o Antonio Fuentes. Su dominio de todas las suertes y la fertilidad de sus recursos defensivos le hacen aparecer como una imagen de la seguridad ante los toros y de enciclopedia absoluta del saber taurino. Pero estas cualidades se encuentran unidas a una gracia, más veces melancólica que jubilosa, delatora de su procedencia sevillana.
Con Joselito el toreo recobra su cauce ancho y su transcurrir caudaloso, que la generación taurina anterior no había logrado colmar, y que en Guerrita, el último diestro que le llenara cumplidamente llegó a tener un aspecto más de fuerzas que de gracia y arte.
La ambición es un factor en el toreo de Joselito donde confluyen las exigencias de su tauromaquia. Contaba Gregorio Corrochano que en Valencia le salió un toro que Joselito intuyó que estaba toreado. En cuanto volvió a Sevilla pidió encerrarse con media docena de vacas toreadas, para aprender cómo se debe enfocar la difícil lidia de un toro con esas dificultades.
José, que, según sus biógrafos, debió de ser un hombre de actitudes y costumbres sencillas en su vida privada, tenía un carácter dominador, y en lo referente al toro de una soberbia sin límites. El día de la retirada de Bombita al terminar éste de matar su último toro, le dijo a José : " yo acabo de terminar mi vida de torero. No me ofrezcas banderillas en el último toro ". Cuando tocan a banderillas en el octavo toro, José se dirige a Ricardo Bombita y le ofrece los palos. El público aplaude aquel gesto de compañerismo sin conocer los antecedentes. Bombita sale por delante y coloca un par de banderillas " con su estilo adocenado " enjuicia Gustavo del Barco, para quien " Joselito " clava los palos en el morrillo, en un alarde de pujanza maravillosa, de facultades, de prodigio y de ejecución perfecta. José que ha conseguido retirar de los toros a Bombita y a Machaquito no hace la menor concesión a su hegemonía ni en el emocionante momento de la despedida.
Pero el clasicismo de Joselito no significó inmovilismo. Su previlegiada inteligencia le permitió evolucionar - hasta superar el viejo aforismo - sin renunciar a la ortodoxia - " si no te quitas tu te quita el toro " y, en lenta metamorfosis converger en el predominio del toreo de los brazos sobre las piernas en clara aproximación a la revolución belmontina. De igual manera que Juan Belmonte de " el que quiera verlo que se de prisa ".
Y ambos alcanzaron a colocar la Tauromaquia en el cénit de su historia. Así lo proclamaron los versos de Bergamín :
                          
En José estuvo el soplo

Y en Juan la brasa,

Y en los dos encendida

la llamarada.

Por eso fueron

José y Juan, los dos juntos,

todo el toreo.



Joselito en su famoso kikirikí, por Ruano Llopis



Francisco Vega de los Reyes " Gitanillo de Triana " ( Capítulo III )

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No tuvo mucha suerte " Gitanillo " en aquella primera salida. Porque si bien demostró al " respetable" la profunda verdad de su arte, sufrió una cogida que, si no fue de graves consecuencias, le obligó a permanecer en cama dos semanas. Tan pronto como la herida de la pierna cerró, mostró el gitano deseos de volver al ruedo. No tardó en ver realizados sus propósitos. Porque el 15 de junio estaba, otra vez, haciendo el paseillo en la misma Plaza de la Isla, acompañado en esta ocasión de Manuel Muñoz ( el Chiclanero ). El ganado dió buen juego y Curro Vega no sólo confirmó la buena clase apuntada un mes antes sino que obtuvo un franco éxito. Los felices augurios de sus amigos comenzaban a cumplirse.
Aquel triunfo en San Fernando abrió a " Gitanillo " las puertas de la Fiesta y así durante el verano, bien guiado por la mano experta de Domingo Ruíz, toreó algunas novilladas de más o menos cartel de la Baja Andalucía.
En las tetulias taurinas sevillanas iba, mientras tanto, forjándose la fama del joven maestro.
- Dicen que toreó como Juan Belmonte - decía un aficionado.
- Como Juan - replicaba un belmontista entusiasta - no puede torear nadie.
- Pues ese gitano - y a mi me lo ha dicho quien entiende de esto un rato largo - baja así las manos y tiene un temple para el capote.
Y el admirador del todavía desconocido espada se ponía de pie y simulaba un lance de capa que no se parecía en nada a los que iba prodigando por los ruedos " Gitanillo de Triana ".
A esas alturas ya se hacía llamar Curro Vega así " Gitanillo de Triana ". Había entonces en el escalafón taurino otro " Gitanillo " el de Ricla ( Braulio Lausín ), y aquel para distinguirse, añadió a su nombre de guerra el apellido de su barrio.
Mientras " Gitanillo " daba estos primeros pasos por el difícil camino de la Fiesta, en su casa no había, como es lógico, unanimidad al juzgar la profesión elegida por Curro.
Su padre - un hombre celoso de si mismo, orgulloso de su propio esfuerzo .- se sentía sumamente satisfecho de Curro. Sus hermanos - Manolo, Pepe, Antonio y Rafael -, también. En cambio, su madre y sus hermanas Pastora y Manolita, no querian oir hablar de los éxitos de Curro.
- Un día - decía la madre llorando - me lo van a matar por ahí.
- No hay que pensar en eso, mujer - intervenía el padre.
Pero no había forma de convencerla.
La temporada de 1925 se presentaba para " Gitanillo " como decisiva. Llegaba la hora de rivalidar ante públicos más competentes su fama. En otras palabras, había que vestirse de torero en la Maestranza para después, si Dios daba suerte hacer el paseillo en Madrid.
Tenía prisa Curro por verse en la Maestranza, pero...... la ocasión se demoró hasta bien entrado el verano ; concretamente, hasta el 15 de agosto, festividad mariana auténticamente sevillana.
Los novillos fueron de Molina, procedentes de Urcola, y no ofrecieron grandes dificultades a la terna formada por " Gitanillo ", Andrés Mérida y Joaquín Rodríguez " Cagancho ".
El éxito de " Gitanillo " fue completo. Toreó de capa, con lentitud impresionante -  " parece, diría después un cronista, que se para el reloj, se para el corazón y se suspende el tiempo - realizó un quite que armó el escandaló. Con la muleta estuvo también tan artista, que a pesar de entrar a matar varias veces, consiguió la oreja de uno de sus enemigos.
Ahora todo resultaría mucho más fácil.
La presentación de " Gitanillo " en Sevilla, aunque resultó bien, dió lugar al justo enojo de Domingo Ruíz. Curro toreó contra la voluntad de su apoderado, que deseaba presentar al muchacho en una novillada más comoda - el ganado oriundo de Urcola resultaba por entonces peligroso - y al lado de Enrique Torres " El Niño del Seguridad ", que por aquellos días bullía mucho " Gitanillo ", con la ambición de triunfar en la Maestranza, desoyendo los consejos de Domingo Ruíz, dió su conformidad y toreó. Sobrevino así la ruptura entre uno y otro, con la natural contrariedad de los amigos del torero " Gitanillo " , arrepentido, pidió perdón ; y aunque al principio el competente apoderado se resistió, acabó por encargarse de nuevo de la dirección del muchacho.
Dicho queda que el muchacho gustó en Sevilla. Tanto, que aun toreó tres novilladas más aquella misma temporada en la Maestranza. En total sumaría aquel año 1925 trece novilladas con picadores. El éxito de Curro, ante la cátedra del Baratillo, permitía pensar en más serias empresas. Había que arriesgarse y venir a Madrid. Y como entonces, al revés de lo que ocurre ahora, la ilusión de cuantos iniciaban el duro sendero de la Fiesta era convalidar su fama en la Villa y Corte, Domingo Ruíz se dispuso a cumplir los deseos del torero. Sin embargo, hasta bien mediado el año 1926 no pudo    "Gitanillo " hacer el paseo en el ruedo madrileño.
Desde los primeros meses de esa temporada, era Paco Fernández Arranz, aficionado veterano, a pesar de su juventud, el que llevaba la representación de " Curro Puya " en Madrid.
Y él fue, precisamente, quien cerró el trato con la Empresa madrileña.
Fernández Arranz, en su tertulia habitual del Lyon, comentaba evocando los recuerdos de los primeros pasos de " Gitanillo " : - ¡ Como toreaba Curro ! Mire usted..... Yo no digo que fuera el mejor torero, pero si uno de los que han toreado mejor. Y no sólo con el capote, cosa que todo el mundo reconoce, sino con la muleta también. Hace falta desmentir esa leyenda de que " Gitanillo " sólo sobresalía en el primer tercio. Sobran testimonios gráficos que prueban lo que era su muleta. Daba el natural - el natural.... auténtico - como mandan los cánones. Vamos como lo daba Juan Belmonte.
- ¿ Cómo fue - preguntaron a Fernández Arranz - hacerse cargo de la representación de " Gitanillo de Triana ", en Madrid.
- De manera desinteresada, yo había apoderado a otro torero - " Finito de Valladolid "- sin ánimo de perseverar en estos negocios...... ; pero Eduardo Pagés, buen amigo mío, me habló de " Gitanillo ". Y, no sé por qué, acepté. Escribí a Domingo Ruíz, y comence mi labor como representante de Curro.
Le gestioné las primeras corridas sin conocerle personalmente, aunque sinceramente halagado por sus triunfos.
-Le preguntaban también si sus preferencias coincidían con el estilo de torear de " Gitanillo ".
- Contestaba : Si. Yo había militado en el belmontismo.
( Continuará )





VICENTE PASTOR ( Capítulo II )

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En enero de 1959, en una entrevista en el diario Pueblo, a Vicente Pastor, que lleva una vida de torero retirado, le preguntaban : ¿ como no se ha casado ? - empezó a encontrar que su libertad le venía demasiado ancha y buscó un techo bajo el cual pudiese frotarse las manos a su gusto, fumar un pitillo de tabaco picado y de cuando en cuando jugar una partida de tresillo. Se hizo socio del Círculo de Bellas Artes.
- ¿ Quién le puso a usted el nombre de el Chico de la Blusa ?.
- Eso fue el público. Y la cosa empezó porque, al ver aquello de los toros embolados, me dió la calentura de probar. Entonces me tiré al ruedo como estaba, con la blusa que gastaba para ir al taller y con la tela vieja que llevaba como capote. La gente dijo después que yo toreaba con la blusa, y eso no es cierto. Yo torée con la tela. Me hice popular entre el público, y como nadie sabía quién era yo ni donde venía, empezaron a llamarme el Chico de la Blusa. Mi debut como novillero en la plaza vieja de Madrid lo hice alternando con Félix Velasco y Antonio Olmedo ( Valentín ), en la lidia de novillos de Bertólez.
- Oiga usted Vicente, ¿ que toreros de renombre toreaban entonces ?
- ¡ Hombre muchos.....! Mazzantini, Fuentes, Algabeño, Reverte, Bombita. Éstos estaban en candelero.
- ¿ En su casa no se opusieron a que fuese usted torero ?
- Si, tuve muchas contrariedades con mi padre, Y algún pescozón. Pero cuando le aconsejaron que no me pegara y me dejara torear, lo hizo pensando que ya me desengañarían los toros.
Tomé la alternativa el 21 de septiembre de 1902, me la dió Mazzantini con toros de Veragua.
La tarde de la alternativa fue una buena tarde, y le anunciaron para el domingo siguiente con Mazzantini. Don Modesto, revistero taurino de El Liberal, escribió aquella crónica titulada : Embajadores, siete, hay ascensor. Vicente vivía en la calle Embajadores,7 y tenía ascensor.
Cuando no quedaba bien, al día siguiente salía Don Modesto diciendo en el Liberal " Ayer el ascensor no funcionó bien........"
- Fue a la escuela Vicente.
- Si, fui a la escuela, a las Escuelas Pías de la calle de Tribulete, hasta que al cumplir los once años me pusieron a trabajar de carpintero y zapatero. Estos oficios tuve que dejarlos en seguida, por no tener edad ni juicio para ellos. Entonces me llevaron otro año a un colegio de los Padres jesuitas en el barrio de Peñuelas. Este colegio se convertía los domingos en Patronato para los que lo abandonábamos cuando nos poníamos a trabajar en algún oficio.
- Cuantas cornadas recibió.
- La primera, en Santander, el año 1911, el 30 de julio, con toros de Miura, se arrancó, ya casí muerto, y me dió una cornada en el cuello, me dijo el médico que en este sitio, pudo haber sido mortal.
A los veinte días en Bilbao, un toro de Urcola le dió una cornada en un muslo. Siguió la lidia como pudo cuando volvió a ser cogido.
- La segunda cornada fue terrible ; me atravesó el brazo izquierdo. Entonces las curas eran peor que las cornadas. Traían malas consecuencias. No había adelantos. El peligro estaba en la gangrena y en las infecciones, que hoy con los antibióticos, se evitan.
- Compañeros de cartel :
- ¿ Rafael " El Gallo " ?
- Bien, yo venía toreando con él desde novillero.
Tomó la alternativa ocho días después que yo, en Sevilla.
- Recuerda alguna tarde sobre todas las que ha alternado con él.
- Pues le diré una cosa. A los públicos les gustaba más cuando estaba mal que cuando estaba bien. La gente me dice todavía : " Explique usted cómo era una espantada de " El Gallo ".
Yo contesto siempre que si los demás hiciesemos eso nos hubiesen escabechado.
Mire usted, las cosas como son. " El Gallo ", cuando estaba bien, estaba bien bien. Era muy desigual. En el primer toro estaba bien y en el segundo se tiraba de cabeza a la barrera.
Yo creo que fuera y dentro de los ruedos he sido el más amigo de Rafael " El Gallo ".
Cuando fue a torear a Barcelona en el año 12 ó 13 estaba herido su hermano Joselito. Al salir del tren fui derecho al hotel Oriente, donde se hospedaba para verle. Subí a la habitación y me abrió una señora. Era la madre de los Gallo, la señora Gabriela. Me dijo : " Lo siento mucho, pero está durmiendo ". Yo le contesté : " Bueno, pues haga usted el favor de decirle que ha venido a verle su compañero Vicente Pastor ". Abrió la puerta muy sosprendida : "¿ Ah, pero es usted ? Tenía muchas ganas de conocerle porque sé que es usted el mejor amigo de mi hijo Rafael ".
" El Gallo era muy desigual es sus " espantadas ", desde luego no eran, como ha creído la gente, por supertición. Una vez fue a torear a Cartagena, a una plaza donde años antes había recibido una cornada El Bete, torero cordobés, al dar un cambio de rodillas. Le tuvieron que amputar una pierna,  y la noticia fue muy comentada entonces, ¿ Qué dirá usted que hizo " El Gallo " ?. Pues pedir que le señalaran el sitio en que había pasado la cosa. La gente dijo que " El Gallo " no iba a pisar aquel terreno en toda la tarde ; pero al torear al día siguiente de decirle esto, se hincó allí de rodillas.
Aquí puede verse que no era superticioso.
" Bombita " y " Machaquito ", plantearon la cuestión de los miuras, que consistió en exigir una mayor remuneración para lidiar los toros de esta ganadería.
- A más peligro, más dinero.
Al retirarse los dos, que eran la pareja fuerte de primera fila, quedamos " El Gallo " y yo.
" La vida taurina de Vicente Pastor estuvo a caballo entre los viejos toreros clásicos, y aquel renacimiento que tuvo la fiesta con la llegada de Joselito y Belmonte.
- Vinieron como una novedad, que levantó mucho a la afición. La base de los carteles fue desde entonces " El Gallo " y yo con José y Juan. Bueno, y también con Bienvenida padre, el Papa Negro, y Cocherito de Bilbao.
- Pero usted ha toreado con Rodolfo Gaona.
Si, Gaona empezó a torear con " El Gallo " y conmigo el año 9, cuando vino de México, en invierno, como base del cartel de la temporada mexicana. Después volví a la temporada del año 12 al 13, cuando un toro de Tepeyahualco me dió una cornada grande en un muslo.
Un toro de esta misma ganadería había matado en México a Antonio Montes.
- De verdad, de verdad, ¿ a qué torero admiró usted más ?.
- No tengo inconveniente en decírselo. De todos los toreros con quienes alterné he admirado más a Joselito, por su completa personalidad.
" Una tarde, al hacer el paseillo Vicente Pastor vió a la infanta Isabel en su palco. Cuando la lidia iba por el segundo toro, alguien se acercó a las tablas para decir :
" La infanta, que suba Pastor al palco, con la espada y la muleta.
" El torero, con su arraigado sentido del deber, contestó :
- Yo no puedo abandonar el ruedo hasta el final de la corrida, porque soy el primer matador. Entérese bien de lo que ha dicho la infanta. ¿ Ha dicho, realmente, que suba con la espada y la muleta ?.
Se fue el hombre del mensaje y al poco tiempo se acercó a las tablas de nuevo.
- Pastor, dice la infanta que le espera con sus acompañantes en el palco. ¡ Ah, pero que suba usted con la espada y la muleta.
- La infanta le dijo a Vicente Pastor : Mira, estos principes son extranjeros y no han visto nunca una corrida. Me estaban diciendo que comprenden que con el capote no cojan los toros a los toreros ; pero les extraña mucho que al entrar a matar no os cojan de todas todas. Quisiera que les explicases cómo matas sin que te coja el toro, para que ellos lo comprendan.
Quiero que hagas aquí una demostración. Tú explicas en castellano y yo me encargo de traducírselo. Yo cogí una silla que había allí, como si fuese el toro. Hice los movimientos de la suerte de matar y la infanta fue diciendo en otro idioma lo que yo explicaba. Entonces, aquellos principes se marcharon convencidos de que no le cogiera el toro. Yo les decía que había que echar la muleta por delante, y que cuando el toro se arrancaba, fijo en ella, aprovechaba este momento para entrar a matar.
( Continuará )





FRANCISCO VEGA DE LOS REYES " GITANILLO DE TRIANA " ( Capítulo IV )

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Bueno....... Antes, un poco como herencia paterna, fuí fuentista.
Sentí por Antonio Fuentes gran admiración. Después.... y dejando a un lado a " Gitanillo ", al que, sobre estimar como un torero excepcional, quise entrañablemente, mis preferencias han ido hacia Antonio Márquez, al que he representado hasta su despedida.
-¿ Cuando conoció a Gitanillo "
- Llevaba ya algunos meses representándole cuando pasó por Madrid camino de Barcelona, entonces le conocí. Pero aun pasaría algún tiempo antes de verle torear.
- ¿ Le sosprendió su arte ?
- Por las referencias que yo tenía y las fotografías que habia visto no podía sosprenderme, que en las primeras corridas tuvo mucha suerte. Es más : recuerdo que por entonces marchaba al rojo vivo su revalidad con " Cagancho " amigo, por otra parte del padre de " Cagancho ", yo me permití el hacer en su presencia un elogio, a " Cagancho " y me lo tuvo recordándomelo mucho tiempo.
- ¿ Cómo se planteó esa competencia ?
- Fue algo natural.
Los dos eran jovenes y con muchos deseos de triunfar, tomaron muy a pecho la cuestión de la rivalidad noble que terminó en una gran amistad.
-¿ Recuerda alguna anécdota sobre la competencia ?
Si. En un momento que " Gitanillo " había sacado cierta ventaja en algunas corridas a " Cagancho ", y como tenía grandes deseos de sacarse la espina.... Sobre todo, no renunciaba a que yo reconociera mi equivocación.
" Usted cree que Joaquín - me dijo una vez- " Gitanillo " torea mejor que yo con el capote. Pues..... ya se convencerá usted de lo contrario. Usted y su amigo de usted.
- Y ¿ Se convenció ?
- Claro. Una tarde - el 2 de mayo de 1927 -, después de una triunfal actuación en Madrid, fuí a verle.
Yo no había querido ir a la Plaza. Cuando calculé que la corrida había terminado, salí y me dirigí al hotel Asturias, donde se hospedaba " Curro ".
Por las tertulias de los cafés de la calle Sevilla se comentaba ya el éxito de " Gitanillo ". Pero yo, sin hacer mucho caso, quise escuchar de sus labios la versión de lo ocurrido. En la habitación sólo estaba su mozo de estoques, Antonio.
Curro estaba sobre la cama descansando. Lo primero que me dijo fue esto . ¿ Qué ? ¿ Sabe usted ya cómo ha " quedao " esta tarde su amigo de usted ? "
- Qué otras competencias  mantuvo " Gitanillo "
- Además de " Cagancho ", actuó mucho con Antonio Márquez, con Chicuelo, con Marcial,
Bienvenida y con Cayetano Ordóñez " Niño de la Palma ", con casí todos ellos quiso la afición enfrentarle. En su etapa triunfal de novillero, mantuvo fuerte rivalidad también con Félix Rodríguez. Ambos terminaron terminaron la temporada de 1926 a la cabeza del escalafón. Félix Rodríguez había toreado cuarenta y cinco novilladas ; " Gitanillo " cuarenta y seis.
- ¿ Qué cuadrilla llevaba " Curro Puya " en aquellos primeros tiempos ?
" El Sangento " y Moyano como banderilleros. De mozo de estoques tuvo primero a Antonio Marroco, el más competente en estos menesteres ; después a Antonio Conde.
El viernes 30 de julio de 1926 se presentó " Gitanillo " en el ruedo madrileño. Su excelente campaña en provincias interesó a la afición, que acudió a la Plaza con lógica esperanza, " Curro Puya " alternó aquel día con " Lagartito " y el caraqueño Julio Mendoza. Se lidiaron novillos de Paco Coquilla y del duque de Tovar. En la reseña de A.B.C. del 31 de julio decían :
Es realmente el gitano un torero que, singularmente, con el capote tiene dominio y facilidad ; pero no parecía ayer la gran figura que en infinidad de Plazas aseguran que es. En otras palabras " Gitanillo " apuntó tan sólo su calidad, bien demostrada después. Y eso que, según puede apreciarse, agrado al público, en su primero hizo un quite precioso.
El público aplaudió mucho al de Triana, y vería con agrado verlo de nuevo en la plaza madrileña.
Tras su presentación en Madrid, el cartel del gitano creció considerablemente. Aquella temporada toreó mucho, aunque se prodigó más en las Plazas andaluzas. En Sevilla toreó el 5 de septiembre, alternando con Mariano Rodríguez ( favorito del público sevillano ) con novillos de Antonio Flores, procedentes del duque de Braganza. Estuvo bien y hubo de pasar a la enfermería.
Al analizar la temporada de 1926, " Don Ventura " escribía así : " Gitanillo " nos ha producido la mejor impresión cuantas veces le hemos visto torear, pues si con el capote lo maneja con arte exquisito, con la muleta ha realizado faenas muy notables y entra a matar con la preocupación de llegar con la mano al morrillo.
En la temporada de 1927, que había de conocer la alternativa del toreo gitano, realizó éste una hazaña singular : despachar tres novilladas en un día. " Curro Puya " no parecía capaz de vencer tan agotadora prueba.Y sin embargo, " Gitanillo " salió triunfante.
Por la mañana toreó en San Fernando ( Cádiz ).Por la tarde en la Maestranza sevillana. Por la noche en Córdoba, empezó a las doce y media de la noche y terminó a las dos y media de la madrugada.
El 8 de Agosto de 1927 tomó la alternativa " Gitanillo ". El acontecimiento se celebró en el Puerto de Santa María y llevó a los aficionados de toda la Baja Andalucía. De Sevilla, Huelva,Jerez, Cádiz.... llegaron, en caravanas, miles de espectadores. El cartel era muy atractivo. Rafael " El Gallo ", Juan Belmonte y el gitano " Curro Puya ".
Se lidiaron reses de Concha y Sierra, que salieron bravos.
El toro de la alternativa de " Gitanillo "" Vigilante " de nombre, lo saludó con cuatro verónicas esplendidas y majestuosas, que pusieron al público en pie. Tras la ceremonia de rigor, en la que " El Gallo " le dió un discurso, el toricantano " calé " se fue al toro y, con los pies juntos comenzó la faena de muleta, naturales, pases de pecho, molinetes..... ; fue toda una lección de buen toreo que terminó con media estocada " en tó lo alto " que le valió al gitano la oreja y una vuelta al ruedo.
En el sexto toro - que apenas asomó por los toriles, sembró el pánico en el redondel - " Curro " cumplió como los buenos, mereciendo, asimismo, la ovación del " respetable ".
El seis de octubre de preparó la confirmación de la alternativa en Madrid. El cartel fue una repetición de la corrida del Puerto.
( Continuará )






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FRANCISCO VEGA DE LOS REYES " Gitanillo de Triana " ( Capítulo V )

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En la lidia ordinaria se corrieron seis de la ganadería de don Julián Fernández ( antes de don Vicente Martínez ). No estuvo mal en su primero aunque no tuvo suerte en el descabello.
Sosote el toro, pero valiente y decidido el matador. Al final, el público le aplaudió con cariño. Luego, en el transcurso de la corrida, estuvo admirable con el capote, hizo quites maravillosos, dió lances modelo de arte y de temple que fueron ruidosamente ovacionados, y luego, al final, en el último toro, realizó una de las mejores faenas de muleta que se han ejecutado este año en la Plaza de Madrid. Valiente, cerca y, sobre todo artístico, elegante, suave con un gran estilo personal. El público lo aclamó con verdadero entusiasmo.
De no haber actuado Juan Belmonte, o, mejor dicho, de haber actuado con otros toreros que dicen que fueron y que aun siguen diciendo que lo son, ésta hubiera sido la gran tarde de " Gitanillo de Triana ". Se cumplió la profecía de Belmonte. En " Gitanillo " hay un torero. Y un torero caro. De toda su promoción, éste es sin disputa, el más enterado, el de mejor estilo, el de más gracia torera. Aquí están los comprobantes con el sexto toro : decía A.B.C. " Gitanillo " es tan excelente torero y tiene un estilo tan personal, tan suyo, que no obstante alternar en esta corrida con Belmonte, y en esta tarde para éste espléndidamente triunfal, destacó su personalidad en todo momento, no sólo lanceando con el capote de modo admirable, sino realizando dos faenas de muleta, especialmente la última, de verdadero artista.
En 1927, treinta y dos novilladas y dieciocho corridas de toros. " Don Ventura " juzgó así la actuación del gitano en este año : " Después de una lucida campaña como novillero, de matador los aficionados ven en " Curro Puya" como le llaman en Sevilla, un torero de relevantes cualidades y un excelente estoqueador. Es decir, que " Gitanillo de Triana " torea y mata ; es valiente y es artísta, pues singularmente con el capote hay pocos que le igualen.
Al preguntarle a su representante en Madrid Sr. Fernández Arranz :
- ¿ Cómo era " Gitanillo " en su aspecto humano ?
- Si como torero su arte alcanzó cimas difíciles de lograr, como hombre no se quedó atrás. Era inteligente y era bueno. Apenás triunfo en la vida, se preocupó de sí mismo y cultivó su espíritu buscando en los libros la cultura necesaria para andar por el mundo. Yo recuerdo que en cierta ocasión en que pretendieron molestarle en una reunión de amigos, dió una contestación tan oportuna que desde entonces Taviel de Andrade - uno de sus más fervorosos admiradores - siempre decía cuando hablaba de él : " Ese no tiene de gitano más que el color ".
- ¿ Era hombre caricativo ?
- Si. Para los suyos era...... rumboso. En realidad, para él el dinero tenía poco valor. No era interesado. Quería mucho a sus hermanos, sobre todo a Rafael.
" Ese.... decía el pobre Curro..... conseguirá lo que quiera en el mundo. Vencerá, cualquiera que sea el camino que elija.
- Y.... ¿ para los demás ?
- Era un hombre fundamentalmente bueno. Cuando conocía una necesidad la remediaba, calladamente, sin ostentaciones.... Recuerdo que una vez fue a visitar a un banderillero humilde que se hallaba en cama, y sin que nadie se diera cuenta dejo bajo la almohada un billete de quinientas pesetas.
A su peón Moyano, le siguió pagando cuando cayó enfermo de gravedad, y hasta que el pobre murió no le faltó su asistencia. A otro banderillero que hubo de ingresar en otra cuadrilla porque " Gitanillo ". a consecuencia de una cogida, no toreaba, y que sufrió un serio precance en Valencia, le pagó como si hubiera estado toreando con él.... ¡ Era muy bueno Curro  !
Mire usted - continuaba - Fernández Arranz - lo que hizo con un muchacho malagueño que andaba mal de cuartos y llegaba a la alternativa sin dinero para adquirir un buen traje de luces : se lo llevó a su casa, abrió el ropero donde guardaba los suyos y ,encarándose con él, le dijo : " Escoge el que más te guste ". El aspirante a matador de toros se fue al más deslucido. Pero Curro sin darle tiempo a pensarlo, le ofreció el mejor terno que tenía, a la vez que le reprendía su cortedad : " Pero....
¡ hombre ! para un día así hay que ponerse lo mejor. Y le obligó a llevarse un traje que él no se había puesto más que una sola vez.
- ¿ Frecuentaba tertulias taurinas cuando venía a Madrid ?
- Aquí tenía muy buenos amigos. Lo mismo que en Sevilla y en Málaga, donde tenía casa para pasar temporadas.
En Madrid iba mucho con Antonio Márquez, don Antonio Pérez Tabernero. En Sevilla frecuentaba el trato con Juan Belmonte al que tenía como su mejor maestro, así como con Chicuelo y " Cagancho ", que a pesar de las rivalidades que entre ambos hubo, sentía un sincero y fraternal afecto.
- ¿Alcanzó a  ganar mucho dinero ?
- Si. Pero gastó mucho también.
- ¿ Cuanto cobró en la corrida que más le pagaron ?
- Dieciocho mil pesetas. Eso entonces era una cantidad muy respetable.
- Dejó mucho al morir ?
- Creo recordar que tenía algunos bienes en Sevilla : una casa en la plaza de la Mata, otra en la de Santas Patronas, otra en la de San Jacinto ( que compró siendo aún novillero ), y otra más no recuerdo en que calle. Tenía tambiém alhajas, aunque él era sobrio en el vestir y no le gustaba presumir de hombre adinerado.
- Le ¿ gustaba el cante y el baile ?
- Le gustaba oir el buen cante y ver bailar " lo suyo ", lo gitano. Pero él ni cantaba ni bailaba.
- Bien..... ¿ Quiere usted decirme algo sobre la vida amorosa de " Gitanillo "?
Comprenderá que .... en " eso " sea un poco discreto. Dire tan sólo que Curro tenía gran éxito entre las damas. Su natural simpatía, su popularidad, su logrado triunfo en el arriesgado juego de los toros.... eran suficientes motivos para que las mujeres se sintieran atraídas hacia él. Muchas, sin graves preocupaciones, le asediaban.... a todas horas. El no tomaba nunca en serio estas manifestaciones de admiración. Creo que en una sola ocasión se enamoró de verdad. Ella era una gran artista famosa que triunfó incluso fuera de España. Pero.... respetamos su nombre, porque ella murió también.
- Pero....
le contaré una anécdota graciosa que le ocurrió en Málaga.
La gracia no está en el coloquio amoroso, sino en..... las consecuencias que pudo tener. Vera uste. Un día recibió una notita de una señorita que le citaba para charlar con él. Curro, sospechando que se trataba de una pesada broma de sus amigos malagueños, no quiso acudir a la cita.
Pero la dama insistió y " Gitanillo ", al fín, acudió a la misteriosa entrevista. El lugar escogido para el encuentro era la playa. La hora, las nueve de la noche.
Total, que.... cuando Curro paseaba con la incógnita amiga por la orilla del mar, un carabinero se presentó, e, invocando la prohibición de pasear a tales horas, intentó llevarse a la Comandancia al torero y a su acompañante. Menos mal que en una ráfaga luminosa de un faro próximo, el agente de la autoridad reconoció a Curro y, ante la sospresa de la pareja amorosa, resolvió el caso con estas palabras : "¡ Ah !.... ¿ pero era usted ? Haberlo dicho, hombre. Yo soy un admirador suyo....
¡ Menudo torero ! Y dió media vuelta y dejó a " Gitanillo " y a la dama..... " Nunca - decía después Curro - me alegré tanto de haber triunfado en la Fiesta de los toros ".
( Continuará )






GARCIGRANDE (Capítulo l )

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Garcigrande, que antaño se escribía con guión Garci-Grande, fue finca ganadera de tiempos remotos.
Aquí, el Vizconde de Garcigrande crió sus toros durante treinta años, antes de que sus herederos los eliminaran.
Próxima a Alba de Tormes dicen que por aquí anduvo el famoso Lazarillo de Tormes en el siglo XVI, mientras que en el siglo XVII, el libro de Lugares y Aldeas del Obispado de Salamanca narra que   había una iglesia desierta de San Miguel en el lugar que llaman de Garcigrande. No obstante, se derrumbó y en su lugar su penúltimo propietario, don Cristobal Espinosa, Vizconde de Garci-Grande, vecino de la ciudad de Zamora, construyó una capilla que aún conserva. La finca estaba destinada, exclusivamente, a pastizal y monte de encinas ; allí criaban ganado bovino y cochinos, mientras que la leña era utilizada en la fabricación de carbón. Contaba entonces con una extensión de 2.150 huebras, y en 1938, Manuel Espinosa y Villapecellin, Vizconde de Garci-Grande, aficionado a torear a caballo y a pie, decidió meter algo de bravo. Compró así la ganadería que se anunciaba como Nogales y Mejías, propiedad de Casimiro Pérez-Tabernero Nogales - un hijo del gran don Graciliano y el torero Manuel Mejías Bienvenida, la cual procedía de don Graciliano Pérez Tabernero. Graci, nieto de don Graciliano y sobrino de Casimiro, decía que estos ganaderos, que sólo pretendían disfrutar con su ganadería, decidieron venderla poco tiempo después de crearla, cuando comprendieron lo que costaba mantenerla.....
El Vizconde de Garci-Grande añadió a sus Gracilianos unas reses de Juan Cobaleda, el cuñado de don Atanasio Fernández, procedentes del Conde de la Corte, y lidió durante treinta años con éxitos notables, sin llegar nunca a primera fila. Sin embargo, sus herederos - con menos afición que su padre - no estaban dispuestos a gestionar una ganadería que iba cuesta abajo, vendiéndola finalmente en 1967 a Pepe Moro, que la traspasó a Couto de Fornilhos.
Benjamín Vicente, El Rubio de Golpejas, tuvo arrendada la finca, tenía erales cruzados con Lisardos.
Cuando Domingo Hernández la compra por el año setenta y algo, hacía tiempo que no pastaba ganado bravo en ella. Pero olía a toro.
Domingo Hernández es hijo y nieto de agricultores de la zona de Humanes ( Madrid ), donde las explotaciones de su familia desaparecieron bajo las urbanizaciones. Una pena y una suerte para los que vieron cómo los terrenos agrícolas se revalorizaban merced a la construcción.
Domingo lejos de jubilarse, gestiona la ganadería desde su despacho de Fuenlabrada. Lleva las finanzas con los bancos, compra el pienso, -habas, avena, cebada, corrector - veterinarios, toda la maquinaria, el personal, etc. Justo su hijo lleva la ganadería, la responsabilidad de la selección y del día a día.
En la tienta de machos acude Domingo, queman todos los años seis o siete erales de las mejores familias.
Domingo Hernández, empezó sus pinitos ganaderos allá por los años setenta, con la intención de criar Santa Coloma. Se hizo con una punta ganadera de Dionisio Rodríguez, sin embargo, por circunstancias familiares, tuvo que deshacerse de ella. Desde el principio Domingo se familiarizó con los sinsabores ganaderos, no ha olvidado aquella época en la que desconocía a cuánto ni cuándo iba a cobrar por sus toros. No en vano, conserva algunas facturas pendientes. Asegura que se siente viejo y que le duelen todos los " muelles ". " No ando porque me aburre".
La finca de Garcigrande la compró hace cuarenta y tantos años. Al principio su hijo Justo iba con un chupete.
Poco después, su suegro José Escolar " Pichorrongo ", le regaló a sus hijos cincuenta vacas con el hierro de la Asociación que tenía él, y así empezó a maniobrarse Domingo Hernández, pero no estaba muy conforme con la cosa de los pueblos.
Entonces compró lo de Maribañez, que procedía de Contreras y que por aquella época lidiaba novilladas en Madrid. Se la compró sobre todo porque tenía también una cosa de José y Juan, procedencia de Dionisio Rodríguez, que era Santa Coloma y le gustaba mucho. El día que fue a embarcar a Maribañez, se presentaron los hijos de Agapito Blanco, diciendo que venían de enterrar a su padre. Volvió en verano y les compró todo lo de Contreras y lo de Santa Coloma. Pero un cuñado de Domingo, Esteban el hermano mayor de José Escolar, dijo que quería quedarse con una de ellas. Le dijo que de acuerdo, que le daba igual, pero que él se quedaba con lo de Santa Coloma, que para eso había comprado las dos.
Luego su suegro José Escolar, la víspera de embarcar, le dijo que por qué iba a ser para Domingo la de Santa Coloma, y no para su hijo Esteban, que también la quería.
Total, que lo echaron a suerte y a Domingo le tocó lo de Contreras y a Esteban lo de Santa Coloma.
Al año siguiente, quitó todo. Lo único que conservó fue el hierro, de la Unión que venían con las vacas, que pasó a ser el de Garcigrande más tarde, cambiando el dibujo por el de la " G " con corona hacia abajo.
En 1982, compró la ganadería de Amelia Pérez Tabernero, que la tenía Enrique Martín Arranz con Pedro Saavedra, el apoderado del " Fundi " entonces.
Lo de Amelia era una cuarta parte de lo de Antonio Pérez. Las vacas salían berreando mucho. Pero tenían una clase embistiendo..... pero muy desigual. O mansas de pegar patadas o extraordinarias. Con esta compra subió Domingo veinte escalones de lo que tenía de su suegro.
A continuación compró lo de Domingo Ortega. Eso fue por el año 1985.
Ese mismo año, le cambió a Juan Pedro Domecq el hierro de Parladé que venía con lo de Domingo Ortega, por unas vacas y un semental, que fue cuando Domingo se hizo ganadero de verdad.
Lo de Amelia era muy noble, pero carecía de fondo. Y lo de Domingo Ortega, que era puro Gamero Civico, era más bravo, pero le faltaba humillar : embestian con la cara a media altura. Iban y venían, pero sin mucha emoción.
Lo bueno que tenían es que iban al caballo al galope. La parte de Domingo Ortega había venido con las de los Clairac cuando se deshizo de la ganadería de Gamero Civico, que era lo que quedaba de Parladé.
En 1992, Domingo compró el hierro a Antonio Pelaez Llamamié de Clairac, el hierro de la parte de Gamero Civico que, en 1924, Rafael Llamamié de Clairac había puesto a nombre de su hijo Leopoldo. " Al principio a las vacas de Domingo Ortega les echó el toro " Billerero 1 ", de lo de Amelia, que daba muy bueno.
Lo de Domingo Ortega tenía mucha consanguinidad y se morían muchos becerros. Por eso retiró los toros que venían con esas vacas y en el 87, echó el de Juan Pedro Domecq.
Entre las compradas y las cambiadas por el hierro de Parladé junto 60 eralas de Juan Pedro.
Puso las vacas de Amelia y Domingo Ortega en el hierro de Domingo Hernández con los sementales de Juan Pedro Domecq, y dejó puro Juan Pedro en el de Garcigrande.
Comentaba Domingo : - Juan Pedro no te engañaba -. Te decía la verdad. El se tenía que quedar con veinte eralas aprobadas y le dejó escoger las que quería entre las demás. Así mismo comentaba Domingo : - Juan Pedro, fue él quien me hizo ganadero -.
Durante tres años, Domingo alquiló tres toros distinos a Juan Pedro Domecq.
Juan Pedro, fue a ver cómo lo tenía organizado porque lo de Domingo tenían más fuerza y duraban más que los suyos.
Le contó Domingo : - los corro igual que a los galgos. Yo he sido dos veces campeón de España y cuatro veces subcampeón. A sus galgos les entrenaba detrás de su bicicleta y a sus toros les aplicó lo de los galgos. Los corrían entonces en un cercado en redondo, y luego hizo el corredero actual.
Cuando le compró a Juan Pedro decía el mayoral : - Con éstas, tiene Domingo una ganadería para seis o siete años. Y Domingo pensaba : - ¿ sera posible que de aquí a seis o siete años a mí se me vaya todo ?
( Continuará )





GARCIGRANDE ( Capítulo II )

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Resulta que a los siete u ocho años llevaba Domingo Hernández los carteles mejor que Juan Pedro Domecq. Después, tuvo mucha amistad con Fidel San Justo, que es un gran veedor de Salamanca.
Cuando apartaban los utreros para corridas, no fallaba.
Y empezaba : Éste pa toro, éste pa toro, éste fuera..... Los veía perfectos. Si había cien utreros, dejaba cincuenta y ni uno feo.
Se presentó en Francia, en Orthez, con una corrida muy gorda en el 90 de lo de Amelia.
Matilla le compraba mucho, con él se presentó en Arles, en Valencia....No le pagaban mucho pero le ayudo a entrar en las plazas importantes.
En Valencia le mataron la corrida Joselito, Ponce y Litri, en el 92, Joselito cortó una oreja al primer Garcigrande lidiado en Valencia. Ponce paseó otra oreja.
Jesulín le indultó un toro en Toledo, en junio del 94. Era de una vaca de Amelia y de un toro de Juan Pedro.
Domingo Hernández en menos de diez años, había pegado un salto cualitativo importante
Un día visitó su suegro la ganadería : lo paseó por los cercados, enseñándole aquí cuarenta vacas y un toro, aquí treinta con otro toro... y así 10 cercados y diez lotes. Se lo iba tragando, tragando y, al final dijo : ¡ A éste no le pisa mi hijo José ! Según lo tiene, tiene que salir por algún sitio.....
Para su cuñado José Escolar, su suegro había comprado veinticinco vacas que Victorino se vió obligado a vender.
Menudos son el hijo y el yerno de Pichorronco : por un lado, han creado una ganadería dura, y por el otro, una del gusto de las figuras.
En un momento Domingo empezó a retirar todo lo feo : fallaban muy pocos toros. Quería subir párriba. Aqui no sirve seguir por los pueblos. Pensaba en el dinero fuerte, el de la corrida estrella. Joselito, mató muchos toros de la ganadería. Tiraba mucho de lo nuestro y esto ayudó.
En esa época Justo, el hijo de Domingo, seguía a su padre por todas partes, pero no opinaba. Justo, al principio, toreaba muchas vacas en el campo y así se metió en la ganadería.
A fuerza de estar y estar, de enseñar toros, Domingo vió que ya podía mantenerse al margen....
Cuando comprobé que funcionaba igual que su abuelo Pichorronco fue un día en el que le enseñó una corrida a Pablo Lozano y le colo un toro que, al principio, no queria. ¡Anda que engañar a Pablo Lozano, no es nada fácil !
Justo es muy bueno en el trato y además queda bien. Pero los días que asiste a la lidia de sus corridas lo pasa fatal.
El mayoral de Garcigrande, Gonzalo Sepulveda, no procede de una estirpe campera ni es charro de nacimiento. Es madrileño y si está en la ganadería viviendo lejos de la civilización, es porque le gusta el toro. Lo suyo no es hereditario, sino puro vocación. Su afición viene de la ganadería de Antonio Gavira.
Su padre era íntimo amigo de él. Y de pequeño me llevaba a la finca de Antonio, al Soto de Roma en verano. Allí me entró el veneno del toro y, hace diez años, hizo el curso de mayoral en Cáceres. Donde se aprende de verdad es aquí, pero allí me enseñaron las bases teóricas.
Yo sabía montar a caballo y en Gavira mejoré. Al final del curso, empezó con Antonio San Román, en una finca que tiene en Las Ventas de San Julián, cerca de Navalmoral de la Mata. Luego se enteró que Domingo buscaba un vaquero, llamó y le cogieron. Y cuando el mayoral que había antes se fue, me ofrecieron el puesto. Tuve suerte. La fortuna también estuvo de parte de los ganaderos que ficharon a Gonzalo Sepúlveda.
Comentaba Gonzalo : "Últimamente, la gente se mueve menos. Cuando terminó el curso aquel, había posibilidad de colocarse en Jandilla, y en muchas ganaderías..... Ahora ya no : la gente que tiene un puesto no se mueve. No hay trabajo. Si tienes uno, guardalo.
Antes de la crisis, los vaqueros se movían mucho. También había más ganaderías que en la actualidad.
Si el espectáculo taurino se hubiera estancado en los comienzos del siglo XX - con caballos despanzurrados y un toreo de piernas más que de brazos y muñecas frente a toros geniudos y duros de roer, no habría sobrevivido la Fiesta.
De esta forma, evolucionó al mismo tiempo que la sociedad.... y los toreros mutaron frente a un toro cada vez más fijo en sus acometidas. Nadie niega que, en este proceso, se ha quitado más casta de la cuenta. Tampoco que ha habido que limar asperezas en la bravura para que el torero se exprese a su antojo. No es menos cierto que siempre ha habido ganaderías para satisfacer los gustos de todos : algunas muy duras al rechazar la evolución impuesta por las modas, andadas en la fiereza indómita de los origenes, y otras que, al contrario, han acelerado el proceso de refinamiento de la bravura hacia más nobleza en busca de más toreabilidad.
Existen también ganaderías consideradas " toristas " que, por buscar la casta indómita, han desembocado en la mansedumbre. Esto explica que algunas hayan desaparecido o estén a punto, un drama que no despierta la alegria de nadie, pero que ya ha sucedido muchas veces desde que el mundo existe, cuando una especie, cualquiera, no ha conseguido adaptarse a su medio ambiente o ha rivalizado con otra.
Y esto pasa en la actualidad en muchas ganaderías que, en algún momento, formaron parte de la primera línea.
Unas decaen, otras están al alza. Ley de vida. Ley de la selección natural que, en este caso, no lo es tanto puesto que son los ganaderos - y no la Naturaleza - quienes establecen los criterios. Obviamente, esta ley básica también se cumple con ellos : se equivocan, se hunden con sus toros, tal y como hicieron varias familias legendarias. ¿ A quién pertenecerá el futuro ? Nadie puede predecirlo.
En la historia de la técnica del toreo, lo primero que salta a la vista es que los muletazos no han dejado de alargarse y de profundizarse, desde los trapazos que se daban en el siglo XIX hasta los excelentes muletazos verdaderas obras de arte que se dibujan hoy. Antes de Juan Belmonte, el pase duraba un suspiro y siempre rematado por alto.
Con Manolete, el muletazo se reducía al embroque, con emoción, puesto que la muleta retrasada acentuaba la sensación de peligro, mientras que el muñecazo final vaciaba la embestida al superar la cadera del torero.
Luis Miguel tenía que instrumentar muletazos muy largos y encadenados para emocionar tanto como él. Así nació el pase circular.
El toro de los años 50 y 60 poseía movilidad, raramente humillaba hasta el final de las embestidas, saliendo suelto de las suertes. Se movía mucho y no siempre tenía fijeza.
Antonio Ordóñez, que elevó la estética del toreo a un nivel de majestuosidad hasta entonces desconocido con un empaque que lo caracterizó.
Paco Ojeda abrió una nueva puerta ligando y dando muletazos tan largos citando tan en corto.
Gustos aparte, ésta es a grandes rasgos la evolución de la Tauromaquia.
Salvando las distancias, esta evolución puede compararse con la que inició Joselito " El Gallo " - sin tener tiempo para llevarla a cabo - cuando adivinó que, de todos los encastes, el que mejor se adaptaba a su tauromaquia era el de Murube. No en vano, al desaparecer Joselito, Juan Belmonte, explicó a muchos ganaderos que la vaca buena era la que trazaba un surco en la arena con el hocico.
En esta búsqueda del toro propicio para el toreo post-belmontino, Carlos Núñez fue un adelantado : supo encontrar el algunos de sus toros una capacidad distinta procurando transmitirla en todos. Embestir con ritmo lento más alla de la muleta, ayudó a los toreros de su época - Antonio Ordóñez, el primero - hicieron evolucionar el toreo.
Desde entonces, al toro moderno se le exigió cada vez más duración y que embistiera de manera casí perfecta.
Joselito " El Gallo " prefería Murubes o Conteras.
Manolete los de Villamarta.
Hace un siglo, cuando Joselito " El Gallo " orientó la selección en las ganaderías de Murube, nadie imaginaba que sus gustos desembocarían en el predominio del llamado " monoencaste ".
¿ Quién imagina que dentro de un siglo - en caso que sepamos defender la Fiesta - que encaste será el preferido por las figuras del momento ?





DOMINGO HERNÁNDEZ

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La ganadería de Garcigrande, puro Juan Pedro, es la niña bonita del ganadero, como dice él. Pero en Garcigrande la regularidad es inferior a la de Domingo Hernández, su otra ganadería, donde se han mezclado tres sangres, criándose en Traguntia, cerca de Vitigudino (Salamanca).
Jesús Bernal y su hijo Jesús son plenamente responsables de todos los animales marcados con el hierro de Domingo Hernández. Hacen los lotes de cubrición, los cuidan a díario ; llegado el momento, mandan las becerras al tentadero cubierto de Garcigrande, y las aprobadas vuelven.
Los machos parten de utreros a Garcigrande. Y de allí se lidian. Si se indulta alguno caso de Bondadoso 5, que fue indultado por Finito de Córdoba, regresan a Traguntia a padrear. Lo de Domingo nunca se echa a las vacas de Garcigrande, pero al revés sí. Jesús forma parte de Traguntia. Estaba aquí antes de que Domingo comprara la finca, y si éste la hubiera vendido - algo que casí sucede -, Jesús se habría quedado.
Jesús estaba en Traguntia desde Santiago Martín " El Viti ", 17 años estuvo con él, y viajó mucho a Francia con sus toros. Luego, hace veinte años, cuando se la vendió a Domingo, se quedó con él. Al principio, Santiago tenía mil y pico hectáreas, pero vendió primero unos picos. Cuando llegó Domingo a comprar, quedaban unas seiscientas hectáreas. En total 37 años viviendo en Traguntia y cuidando del ganado. Se conoce cada piedra de la finca. Ahora sólo tenemos bravo aquí, pero Santiago tenía de todo : cochinos, vacas mansas, ovejas...... Cuando llegó Jesús, había como trescientas vacas bravas, más o menos lo que tiene ahora, con arreglo al espacio actual.
Dice Jesús hijo, hay que tener competencia con Garcigrande, tenemos mucho pique, a pesar que son hechuras distintas entre los dos hierros. Quizás más noble esto que aquello. Un poquito más. Pesa más el toro de aquí. Es más seguro.. Tienen más plaza. A los de aquí les ha dado más tamaño el cruce con lo de Amelia Pérez Tabernero y Domingo Hernández. Juan Pedro aportó fondo y calidad. De lo de Domingo quedan pocas familias. La base son las de Amelia. Embisten mucho pero berrean más. En Traguntia tienen cuatro lotes de vacas porque no tienen más espacio. De como eran las vacas de Domingo Ortega y Amelia Pérez Tabernero a como son ahora, no tienen nada que ver. Lo de Domingo Ortega embestia con la cara muy alta ; lo de Amelia tenía más calidad, pero carecía de emoción.
El toro malo de Domingo Hernández saldrá manso, no querra embestir, vale, pero no quiere matar a nadie.
A los que dicen que el toro de aquí es fácil, continua Jesús hijo yo les recomendaría ponerse delante.
También los que los torean los hacer parecer fáciles., pero no lo son. Muchas veces te piden el carné y hay que hacerles las cosas muy bien. Eso sí : son muy agradecidos. Se te entregan si no dudas y los llevas. Y haces lo que tu quieres con ellos. Ahora, si no sabes.
Toma la palabra Jesús padre de nuevo : Lo mismo este toro no es del gusto de todos los consumidores, pero..... ¿ quien es el consumidor : el público o el torero ?
Hay que compaginar los gustos de todos porque, si no, te cortán el cuello rápido. Muchas veces nos dicen que somos unos aventajados y yo contesto que estamos en el sitio peor : el público nos exige de una forma, el torero de otra, y tú te quedas en el medio.
Con una ganadería que no tiene nombre, no pasa nada. Aquí, si sale bueno, es normal. Pero si sale malo o se raja, es un petardo. Yo, nada más disfruto en las corridas de los demás. Con los de la casa, siempre te estan buscando la vuelta por un lado o por el otro. Ahora mismo, somos la ganadería que más responsabilidad tiene.
El Viti siempre tiraba de lo de Atanasio, Camino de lo de Santa Coloma, Ordóñez, lo de Núñez. Cada uno tenía su forma de torear y buscaba el toro que más le valía por lo que fuera. A José Tomás, cuando, empezaba le tocó una corrida nuestra en Arles y un toro lo tiró tres veces por el mismo sitio. Pensé que nunca llegaría a nada.
La última vaca que toreó Justo Hernández, era del guarismo 2001. Con lo de la rodilla ya no puede desde que le cogió un toro de Garcigrande hace cuatro años. No se lo ventiló de puro milagro. Estaban enfundando y se habían quedado algunos atrás en un cerro. Fue a ver y se le arrancó uno y lo caló. Le dió la vuelta a la pierna entera y se fue después de darle la paliza en el suelo. Tuvo suerte. El toro no estaba enfundado, pero no le metió el pitón. Tenía varetazos por todo el cuerpo.
¡ Qué bien toreaba Justo ! A estas vacas las entendía como nadie.
A los dos meses de poner los sementales con las vacas cambian los toros. Cada uno cubre, más o menos unas cuarenta vacas. Cuando los echan, les inyectan una vitamina para que cubran mejor, se lo dan para potenciarlos y que no se agoten.
La ventaja que tenemos si nos confundimos con un semental es que, como son mil vacas entre los dos hierros, el error se queda en quince becerros....... Una ganadería que tiene cien vacas, si se equivocan en un semental, se van al garete.
A Santiago Martín " El Viti ", todos le decíamos que no envolviera lo de Gallardo y lo de Lisardo, que él decía que era lo mismo. Todo venía de Atanasio y Santiago lo envolvió. Y al envolverlo no funcionaba. Y cuando quiso volver atrás, estaba todo tan mezclado que por más que se intentó no se consiguió.
Aquí esto no pasa : En Garcigrande se queda lo puro de Juan Pedro y nunca se echa un semental del cruce. El gran secreto de todas las mezclas ganaderas ha consistido siempre en conservar una parte en pureza. El mismo Lisardo Sánchez lo hizo, guardando puros sus Urquijos, de donde sacaba sementales para las vacas de Atanasio.
Últimamente las ganaderías proliferaron excesivamente y en estos momentos han bajado mucho en el número de reproductores. Lo que te salva en este oficio es la regularidad. Si hay un 70% de bueno, los toreros aguantan los malos, sabiendo que el otro les va a tocar. Los toreros  miran las estadísticas.
Por eso, Domingo Hernández después de comprarle a Juan Pedro animales igual de buenos, muchos ganaderos no han sobrevivido más de seis años, cuando lo que nace aún es fruto del trabajo del vendedor. Sin embargo en Domingo Hernández, la barrera fatídica para muchos se ha superado con creces : al cabo de treinta años, el comprador ha superado al vendedor. A pesar de ello Domingo y Justo abren sus libros y sus ordenadores y se advierte en ello que lo tienen todo perfectamente organizado atribuyen a sus sementales un número de estrellas conforme a sus resultados y a sus propios criterios.





MIRANDILLA........ Y SUS PEDRAJAS

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Desde que Fabrice Torrito, un francés romántico y audaz desembarcó en el viejo cortijo de Mirandilla, los Pedrajas del Marqués de Albaserrada han comenzado un proceso de renovación.
En Mirandilla, la sombra de José Luis García de Samaniego y Queralt, el Marqués de Taracena, se esconde detrás de cada piedra. El Marqués, como todo el mundo le llamaba cariñosamente, antes de fallecer en 2014, perdió la única exclusiva que tuvo importancia en su vida ; por culpa de Arrojado, el toro de Nuñez del Cuvillo que indultó Manzanares, el novillo Laborioso del Marqués dejó de ser el único astado indultado en la historia de la Maestranza. Antes de eso, durante toda su existencia, el Marqués fue para los aficionados y los taurinos el " Marqués de Albaserrada ".
Desde hace años, bastante antes de la muerte de don José Luis, la ganadería de Albaserrada había entrado en un penoso letargo, mientras que sus Pedrajas sufrían un anonimato que constrastaba con su pasado glorioso. Si bien esta segunda ganadería del Marqués nunca alcanzó la fama de la primera cimentada sobre los Saltillos, a partir de su creación en 1947 y durante medio siglo, mantuvo viva la llama del encaste Pedrajas, actualmente también en decadencia. La decisión de seguir con la tradición ganadera tras la venta de los Albaserradas a José Bueno en el año 1929 fue tomada por la hija del Marqués, Isabel Queralt López Mequiza, y por su esposo, José García Samaniego, padres de José Luis García de Samaniego y Queralt. Optaron entonces por comprar a Rafael Romero de la Quintana - el administrador de Pedro Domecq y Díez - la parte de la ganadería de Juan Pedro Domecq Nuñez de Villavicencio, su padre.
En ella se mezclaban las sangres de Veragua, Conde de la Corte y Mora Figueroa. Los ganaderos, que apostaban por la bravura, se encontraron con una mansedumbre penosa cuando lidiaron su primera corrida en Écija, el año de la compra. Ante el chasco, adquirieron sesenta becerras y el semental Figurito de Isaías y Tulio Vázquez, ganadería procedente de García Pedrajas, con el fin de apostar casta y viveza. Gracias a este refuerzo, poco a poco, la sangre de los Pedrajas se adueño de las reatas de la rama Domecq y los nuevos Albaserradas adquirieron identidad propia. Prontos y bravos, aunque bastante correosos, vivos y ásperos, nunca fueron del gusto de las figuras y sí de los aficionados, quienes se apasionaron con sus peleas, sobre todo en novilladas.
El primer triunfo tuvo lugar en Palma de Mallorca cuando un joven Antoñete le cortó las orejas y el rabo al espléndido Buenafecha, premiado con la vuelta al ruedo en 1952. Otras cuatro orejas paseó el Cordobés, en 1961 en Aguilar de la Frontera, ante una espléndida novillada. El mismo año Rafael de Paula cortó tres orejas en Antequera.
Cuando José Luis tomó el relevo de sus padres, recordaba con mucha frecuencia : " Lo primero que vendí, fue una novillada para la Maestranza. Aquel 12 de Octubre de 1965 obtuvo el indulto de Laborioso.
Laborioso fue un novillo bravísimo que tomó cuatro puyazos galopando.
Luego no se cansó de embestir en la muleta, aunque lidiado en una novillada, era un cuatreño, puesto que en esa época estaba permitido. " Salto en quinto lugar y los cuatro primeros habían sido muy nobles. Era hijo de la vaca Laboriosa, de Pedro Domecq y del toro Sultan de Isaías y Tulio Vázquez. Le correspondió a Rafael Astola, que venía de torear en Madrid, y le costo estar delante pues resultó muy exigente.. Embestía con codicia y no perdonaba nada. A Astola sólo le concedieron una oreja, y aquella cicatería presidencial todavía le duele, hasta que murió después de padrear durante doce años, lo visitaba a menudo en su cercado de Mirandilla. El semental tuvo 400 crías y marcó en profundidad la evolución de la ganadería.
La gran mayoría de los toros que se lidiaron en la década siguiente eran hijos o nietos de Laborioso, regalando sus mejores años a la ganadería del Marqués. Juan Posada cortó el rabo a Pastor en Ciudad Real y en 1973, premiaron a Señorito con una vuelta al ruedo en Madrid después de tomar seis varas y derribar dos veces. Los triunfos más trascendentales llegaron a finales de los setenta, cuando Revoltoso fue declarado el mejor toro de San Fermín 79 después de tomar cinco varas de derribar tres veces y ser premiado con la vuelta al ruedo.
En 1984, en una portátil montada en Zarauz, ocurrió uno de esos sucesos que tejen la leyenda de la Fiesta. Cuando José Ortega Cano estaba a punto de hacerse banderillero, muy mermado por las cornadas y el maltrato de las empresas, se encontró frente a dos toros del Marqués de Albaserrada que le hicieron sentir el toreo más hondo. Años después, siendo ya primera figura, el diestro tuvo el gesto de acudir a Mirandilla a tentar y de brindarle una vaca al ganadero. No obstante, cuando más tarde el Marqués le pidió a Ortega un semental de sus Pedrajas para refrescar su ganadería, el matador respondió que no podía . cuando compró los Pedrajas de María Luisa Pérez Domínguez de Vargas, los hijos los hermanos Guardiola, le hicieron prometer que nunca vendería a terceros un pitón de este encaste.... a pesar de que, recientemente, lo han mandado al matadero.
Después de los años de triunfo, vinieron los del desencanto, cuando el exceso de consanguinidad causados por las 400 crías de Laborioso favoreció la caida.
Cuando la ganadería del Marqués de Albaserrada desaparecía progresivamente del panorama taurino y sólo lidiaba de vez en cuando en las plazas toristas de menor importancia. Fabrice Torrito, llegó a Sevilla cuando la Expo del 92. Le contrataron seis meses en la Expo, en el pabellón francés, donde atendía a los visitantes. Todo el tiempo libre lo pasaba visitando ganaderías. Tuvo una primera experiencia profesional en la ganadería de Sánchez Ibargüen ; seis mese como vaquero.
Y después, en la Calera de Lora Sangrán, lanzando el turismo taurino.
En el 2000 llegó a Mirandilla, también para desarrollar un proyecto turístico. Tenía 30 años, trabajó de vaquero, tractorista. Cuando el viejo mayoral, Benito Quinta, se jubiló en 2009, la familia optó por confiar en Fabrice, que aportaba su experiencia en el turismo y, en aquel momento, se veía como un negocio añadido fundamental.
Don José Luis, el Marqués, estaba ya mayor y se dejaba aconsejar por sus amigos.
En uno de los cercados, una novillada muy en tipo Pedrajas esperaba la visita de una comisión francesa interesada por presentar la nueva generación de los Albaserradas que, hace treinta años, tenían un gran cartel en el país vecino. En otro, se encontraba una de las dos corridas, la vendida para Aignan, plaza vecina a Vic.
Opinaba Fabrice que ese encaste adquiere su verdadera personalidad cuando pasa a los cinco años. Antes, se define menos.
Con mucha habilidad Fabrice ha trabajado la imagen de los Pedrajas a través de su blog donde cuenta el día a día de la ganadería.
Con sencillez, habla de la selección, de los esfuerzos realizados para volver a encontrar la sangre diluida..... Maruchi es más torista que su esposo don José Luis.
Recien nombrado mayoral, Fabrice no tardó en convencer a la ganadera para refrescar y aportar, de nuevo, la sangre Pedrajas a la ganadería.
En 2011, compraron dos toros de Tulio Vázquez. En 2016 tuvieron los primeros utreros. Cuando Fabrice visitó el mítico cortijo de Valdevacas, donde siempre pastaron los toros de Tulio e Isaías Vázquez, su corazón se estremeció. Sólo quedaba de aquello 60 vacas.
Pero Fabrice no se dió por vencido. Hurgando por todas partes compró dos machos de Yerbabuena a unos peruanos que compraron la finca y la ganadería de Ortega Cano. Se quedaron sólo con lo de Jandilla y quitaron lo de Pedrajas. Le compraron cuatro erales, los tentaron y dejaron dos.Uno de ellos fue extraordinario.
De los Pedrajas, los toreros no quieren saber nada. Es un toro más vivo, listo, astuto.
Fabrice ha sabido vender puentes con la afición francesa desarrollando actividades de eco-turismo.
El 90% de los grupos que pasan por Mirandilla proceden de Francia : jubilados, peñas taurinas, colegios o empresas.
Además del turismo verde Fabrice ha creado la asociación " Torrito Afición ". Cuando organiza sus
 jornadas, vienen a Mirandilla de todas partes de Francia, y para los herraderos, hay más franceses que reses por herrar.
Le deseamos a Fabrice Torrito que consiga la recuperación del encaste PEDRAJAS.




Don José Luis García de Samaniego y Queralt, el Marqués de Albaserrada

CAMINO A LA PLAZA

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Después de aquel caluroso día de agosto Vicente, el conductor del camión y el mayoral viajaban hacia la Plaza, y gracias al viento que entraba por las ventanillas pudieron soportar el agobiante calor que continuaba durante la noche.
Era excitante para ellos aunque no podían ver los toros sentir su presencia pesada y quieta en los cajones, tan cerca, a sus espaldas, los siete toros, con toda su furia, encerrados entre maderas.
Poco antes del amanecer, el mayoral le dijo a Vicente que parara. El camión aflojó, paró el motor y se bajaron de la cabina. Todo estaba tranquilo. Los únicos sonidos que les rodeaban eran los grillos, los insectos nocturnos y una lechuza que se escuchaba en la lejanía.
Los toros encerrados en los cajones grises, indicando con una marca en tiza el número de cada toro, parecieron darse cuenta de que el camión no estaba moviéndose. Los olores familiares de pasto y tierra se filtraban entre los del motor caliente y el gas-oil. Empezaron a moverse en los cajones y, cada vez que lo hacían, el camión crujía bajo su peso como un barco en la mar. Mientras flotaba en el aire el fuerte olor a cagajones. El mayoral encendió el mechero y comprobó abriendo las trampillas, una a una, que todas las pezuñas se movían.
Los toros por momentos se habían puesto nerviosos en los cajones. Uno de ellos Carpintero, dió un fuerte bufido y golpeó fuertemente la madera con los cuernos. Otro del final empezó a patear con las pezuñas traseras. El mayoral advirtió a Vicente que arrancara el camión y en marcha de nuevo, el mayoral pensaba en la sospresa que llevarían los toros por la mañana al no ver los bidones del pienso y beber agua a continuación en la laguna.
Estaba amaneciendo, pronto llegarían a su destino ; la poca gente con la que se cruzaron a la entrada de la capital no parecía notar los cajones con los toros marchaban adormilados. Los toros habían conocido el campo, la dehesa, y del que salían por primera vez.
Llegaron a la plaza después de cruzar toda la ciudad, pararon en la puerta que había junto a los corrales.
En la puerta el empresario con varios amigos esperaban la llegada del camión ; se acercaron saludaron a Vicente y al mayoral y la puerta de entrada a los corrales se abrió de par en par y el camión comenzó la maniobra de entrada. Colocaron el camión de forma que el primer cajón quedaba frente a la rampa. Vicente subió sobre los cajones y cogiendo el asa de la primera puerta tiró de ella con fuerza hacia arriba.
La puerta subió hasta la mitad y después por completo de un fuerte tirón. El primer toro Carpintero, parpadeó encandilado. Después de estar encerrado toda la noche, la luz del sol le cegó. Durante un momento pareció tranquilo. meneando la cabeza lentamente de un lado a otro. Luego, moviendo las patas delanteras nerviosamente, bajó la rampa con gran rapidez. Estaba irritado y la irritación hincha a los toros, bombea sus músculos, los llena, los hace parecer más grandes que cuando están tranquilos. Pañofino, en el segundo cajón siempre había parecido más corpulento que sus hermanos, aunque no lo era. Las patas del toro tensas y estiradas, golpearon la tierra con fuerza al embestir a los bueyes que habían puesto en el corral para apaciguarlos en el desembarque.
Después, mientras comenzaba a calmarse y deshincharse, movieron el camión hacia adelante, y Cerrajero irrumpió con fuerza en los corrales, haciendo correr al cabestraje.
Vicente bajó de la cabina y le dió la vuelta al camión ; los cajones habían sido cargados de forma que los toros estaban lomo con lomo, mirando en dirección opuestas, alternativamente. Esto lo hacen los conductores para equilibrar el peso de los toros en el camión durante el viaje.
Colocaron el camión de nuevo junto a la rampa. El mayoral estaba muy pendiente a la bajada de Pañero, silvó y dió voces para distraerle, estaba seguro de que Pañero bajaría precipitadamente por la rampa y se pelearía con otro toro, o cornearía a uno de los cabestros, o derrotaría contra algún burladero. Pero Pañero no tenía prisa en bajar, se quedó un buen rato en el cajón, enseñando sólo los pitones.
El mayoral parecía nervioso y hasta preocupado. Le dió de nuevo voces y Vicente movió la trampilla del cajón y el toro lanzó una fuerte patada. Cuando el toro oyó el golpe salió precipitadamente del cajón, tropezó y cayó. Se había resbalado por la rampa con los cagajones que habían esparcido al salir del cajón los otros toros ; con el cuello estirado intentaba desesperadamente levantarse. Por fin, se puso de pie, en lugar de correr fue hasta los bueyes andando. El toro arrastraba la pata izquierda trasera. Parecía acalambrado, pero el mayoral dijo gritando que se había roto la pata.
Al poco rato, antes de terminar la descarga, un camión aparcó junto a la plaza y cinco hombres con uniformes blancos manchados de sangre bajaron de él.
Poco antes del mediodia, Pañero, el toro de la pata rota, el toro de la hombría y el poder, era trasportada su canal en el camión de los carniceros.
Una vez finalizado el desembarco, los seis toros, fueron llevados uno a uno a una habitación cuyo suelo era una enorme báscula. Allí fueron pesados y después devueltos a los corrales.
De los seis toros, tres estaban todavía muy nerviosos ; tenían los cuartos traseros manchados de cagajones. El mayoral comentaba al mayoral de la plaza que estaban estrechos del viaje, que calculaba que habían perdido treinta kilos. El nerviosismo y los cambios de agua y la comida producen diarrea, por eso el mayoral traía pienso de la ganadería para que no lo extrañaran.
A Pañofino, en el corral los otro toros no paraban de molestarle. Cerrajero negro zaino, el más agresivo, no paraba de intentar montarle.
El mayoral pasó todo el día observando a los toros. Él tenía que estar con ellos, hasta el día siguiente que se lidiarían, separándolos si se peleaban, asegurándose que nos les faltaría agua y pienso.
Llegó el domingo, día de la corrida, por la mañana los toros estaban pacíficos en los corrales. Cerrajero lo tuvo que cambiar el mayoral a otro corral con un cabestro, por sus continuas peleas con el resto. Los seis eran negros zaínos.
Las autoridades empezaron a llegar y aunque el día anterior hicieron el reconocimiento previo del cual salieron aprobados los seis, más un sobrero que tenía la empresa, tenían que verificar que seguían reuniendo las condiciones físicas necesarias para la lidia. Un veterinario agitó los brazos en el aire saliendo un poco del burladero, y los toros se levantaron agitados y comenzaron a moverse por el corral. Ninguno cojeaba, ni tenía ningún defecto visible en la vista. El otro veterinario charlaba con el ganadero y el empresario.
En poco tiempo empezaron a llegar a los corrales los apoderados y los banderilleros. Estudiaron los toros uno a uno y comentaban con el ganadero y el mayoral, sobre todo preguntaron de cada toro su semental a efectos de realizar los lotes.
Después en tres trozos de papel anotaron el número de dos toros en cada uno de ellos, más o menos igualados los lotes. Al hacer ésto, consideraron el peso, el tamaño de los pitones y el trapio.
Tres de los toros estaban bastante llenos en el área de los riñones; lo que significaba que eran los más fuertes de la corrida. Enrollaron los tres papeles y los metieron en el sombrero del mayoral y lo taparon con una gorra para realizar el sorteo. Un miembro de cada cuadrilla sacó del sombrero un papel y los apoderados comprobaban el lote que le había correspondido a su matador.
La autoridad anotó los números del lote de cada matador.
Después del sorteo las cuadrillas charlaron con el ganadero que les aseguró que los toros traían notas excelentes y que los matadores tenían muchas posibilidades de cortarles las orejas.
Pronto los corrales quedaron desiertos; la gente que había venido a ver el apartado comenzaba a marcharse con cara de felicidad, les gustaba estar cerca de los toros para ver la textura de sus cuernos y las briznas de paja en sus lomos
Algunos marchaban en silencio, otros discutían como sería su juego en la corrida.
 ¡ Pero los seis toros, estaban en la oscuridad del chiquero, esperando las cinco en punto de la tarde !




LA CORRIDA

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Cerrajero estaba en la oscuridad del chiquero. El mayoral podía oírlo respirar. Sin duda el toro le oyó andar por el techo del chiquero, pararse y tenderse en el suelo a mirar por la rendija de dos tablas :   ¿Recordaba Cerrajero su olor de la dehesa ? ¿ Quizás fuera esa la razón de que no se enfurecía ?
Apenas podía ver más que los pitones. Las puntas se perdían en la oscuridad del chiquero.
Lentamente pudo distinguir la forma del toro. Tenía la cabeza agachada. Quizás la tierra estuviera húmeda allí. ¿ Podría oler que allí habían estado otros toros ?
Desde la meseta de los chiqueros, se oía el ruido de los preparativos de los caballos de picar, moviendolos de un lado para otro. Escuchando la cadencia de sus cascos, se acordaba el mayoral de Cerrajero, que una vez, de becerro, restregó su nariz con la de un potro. Aquella mañana en la dehesa ambos, con finas patas, se encontraron : toro a caballo y caballo a toro.
De pronto, los cuernos fulguraron blancos y cercanos mientras entraban los rayos del sol por la rendija del chiquero. Había conocido a muchos toros en la dehesa, pero a ninguno tan bien como a Cerrajero.
El día estaba más bien nublado, y pensaba lo bueno que sería se fueran las nubes y tuvieran un sol radiante por la tarde, para la corrida, el sol beneficia mucho a las mismas.
Los toros son bonitos en la dehesa, bajo la lluvia, con nieblína, o en la noche ; tan bonitos en modos distintos como lo son al sol. Pero la corrida con su lucha por la muerte parece una cosa del sol, de la luz.
En tres horas Cerrajero que era el primero en el orden de lidia saldría del chiquero. Entonces después de haberlo conocido el mayoral durante cuatro años, tendría apenas veinte minutos para despedirse y para sentirse orgulloso o triste según su comportamiento. Había estado muy ligado a él en la dehesa, le quería como el hombre quiere a un animal. Pero Cerrajero le habría matado si hubiera bajado al chiquero. Dos meses antes mató a Español en la dehesa, en una dura pelea nocturna. Y ellos eran de la misma camada, habían nacido en el mismo mes, junto a los alcornoques se habían acariciado los cuernos el uno al otro en infinidad de ocasiones.
De las ranuras de las tablas del chiquero en que estaba el toro de vez en cuando salían rizos de polvo.
Cuando llegó el relevo se marcho a comer, al pasar por el pasillo encima de los corrales, el silencio reinaba en los mismos, apenas el zumbido de las moscas, y el sonido de los cencerros de los bueyes.
Al volver se encontró con mucho público, la plaza se estaba llenando.
¿ Como sería la pelea de Cerrajero ? Eran los últimos minutos de su vida.
A las cinco en punto comenzó el paseillo. ¿ Qué pensarían los toros en los chiqueros al escuchar la música y el ruido de la multitud ?
Al sonar el clarín el chiquero se abrió lentamente hasta que la blanca abertura fue lo suficientemente grande para que él pasara por ella.
Quizás la dehesa......
Quizás el cercado.....
Quizás el corral con sus hermanos estuvieran fuera. Cruzó la puerta había sólo un camino : pasillo abajo. El toro comenzó a correr : hacía el resplandor, hacía el ruedo de arena.
Salió derecho ; al correr comprobó que no había ramas ni piedras, ni hermanos, ni bueyes. Sólo tenía arena y una barrera que le rodeaba.
Al acercarse al centro del ruedo, trotando con el morrillo inflado por la furia. El toro esperó con los cuernos en alto. Tenía los pelos de punta en el morrillo y a lo largo de la lista negra que le llegaba al rabo.
Cerrajero agitó las orejas, levantó el rabo, embistió y no pudo pararse, sus cuernos chocaron estrepitosamente contra el burladero, lanzando astillas por el aire. Giró con rapidez. Agitó la cabeza irritado, un torero le llamaba : " Ah-ja toro ! "
Las patas del toro lo llevaron con rapidez hacia donde lo atraía la voz. Estaba ansioso por meterle los cuernos mientras se le deslizaba frente a la cabeza un capote, burlándolo, manteniéndose fuera de su alcance. De pronto lo perdió de vista ; giró con rapidez, volteando los cuartos traseros para que le empujaran el cuerpo.
Ahora el torero estaba en pie, junto a la barrera ; ahora pudo verle mejor. Era alto, como un poste, como un hombre, pero con rocío, rocío chispeante por todas partes, bailando como el rocío en la tela de araña al amanecer. Esta vez el toro no le dejaría escapar. Cornearía duro, hundiendo los pitones en la profundidad del bulto.
El reloj marcaba las cinco y dieciocho minutos. Llevaba dos minutos en la plaza Cerrajero cuando un peón terminó de correrlo con el capote, mientras el matador salió al ruedo desplegando su capote.
Cerrajero respiraba más fuerte. Un hilo plateado de saliva le salía de la boca, lo colgaba un instante y, luego la brisa, arqueandolo se lo llevaba. ¿ Que era este enemigo que retaba y huía ?
"¡ Ah-ja, ah-ja, toro!
La parte ancha, la que estaba más viva que el resto, se infló más que antes. Ahora quería golpear y pelear.
La cola de Cerrajero le fustigó la espalda al embestir. Cuando tenía los pitones casi en el enemigo, éste comenzó a deslizarse. Los cascos del toro salpicaban arena, que chocaba con el bulto moviente, produciendo un ruido parecido al del granito contra las hojas de eucalipto. Después el toro aflojó en sus embestidas al capote hasta que él y el resto se movieron con cámara lenta ; la parte abultada le guiaba los cuernos, seduciéndolo. En la plaza, se oyó un rugido como un trueno inesperado : 
¡ Ole ! El eco del mismo llenó la plaza.
Cerrajero atacó. Sus embestidas siguieron unas a otras. El toro intentaba ir más rápido, pero una vez tenía el hocico casi tocando el enemigo, era como intentar correr en el profundo fango de la dehesa cuando se inundaba por una tormenta,
"¡ Vaya verónicas ! ¡ Madre mía !" exclamaba el público.
La sexta vez que Cerrajero embistió intentando desesperado alcanzar el reto, éste desapareció con más rapidez que antes. Era demasiado largo para revolverse con tanta prontitud ; sus músculos distendieron doloridos. El toro, no estaba cansado, sino frustrado por no poder enganchar nada con los cuernos, por no poder usar la fuerza del morrillo y de las patas traseras para empujar, en vez de correr y perseguir.
Cerrajero sintió una leve llamada, un retazo de memoria. Lo atraía con más fuerza que su furia. Sabía que al otro lado de la plaza estaba la puerta de salida del chiquero. Y cerca estarían sus hermanos. Esta querencia lo puso nervioso, pero la furia venció al instinto y en un momento se olvidó de la puerta.
Los picadores, con sus pesadas piernas golpeando los estribos, aparecieron en la arena. Los caballos no oían el ruido alrededor ; veían sólo parte de la plaza. El sonido había sido eliminado por medio de trapos húmedos embutidos en sus orejas, el ojo derecho lo llevaba cubierto con un trozo de tela y, aunque estaban atiborrados de medicina para dormírlos podía apreciarse su nerviosismo por el temblor de la mandíbula inferior.
A Cerrajero le tembló el hocico. Los golpes de la pierna del picador contra el estribo se hicieron más fuertes. Había un fuerte olor a caballo asustado. El toro se lanzó hacia él. Allí había algo como los caballos de la finca. Pero este caballo tenía el costado mayor. El caballo estaba asustado, lo notaba Cerrajero por el olor, sabía de caballos. Uno vez en la dehesa cogió a uno. Uno que, junto con el jinete había intentado acosarle. Se concentró y se lanzó hacia adelante. El caballo no se movió. ¡ Allá metió los cuernos ! Algo le golpeó, en los pelos negros de la base del morrillo. Quemaba como el hierro del herradero. Levantó con fuerza la cabeza. No podía meter los cuernos, no era como el caballo de la finca. El toro sintió la quemadura cada vez con más fuerza. Cerrajero levantó del suelo una pata al caballo, después dos, tres. Le levantó la cuarta pata. ¡ Allá fue el caballo ! Cayó de la fuerza que los cuernos le propinaron, de costado, dejando al picador atrapado.
El toro se lanzó entonces a por el caballo. Enloquecido, arremetió con los cuernos con todas sus fuerzas. Esto era pelea. De pronto aparecieron dos bultos. Lo sacaron del caballo burlándolo, luego desaparecieron.
El segundo y tercer puyazo, era plaza de primera categoría, fue igual, o, al menos casi igual. Cerrajero se sentía lento. Tenía la sangre como la lluvia de primavera, encharcándole el morrillo y cayéndole a chorros por las manos.
Cuatro veces había embestido al caballo. ¡ Qué reputación para la ganadería !
Un crítico taurino gesticulaba emocionado con los brazos, llenando de cenizas del puro a la gente de su alrededor al alabar la bravura extraordinaria del toro.
Ahora, después del cuarto puyazo sentía Cerrajero más que antes la sangre en los hombros. Le fluía con rapidez por el morrillo, por las patas hasta las pezuñas y chorreaba hasta el suelo.
El olor de la sangre era cada vez más fuerte. En la dehesa ese mismo olor los enloquecía a él y a los otros toros. Dando vueltas, llamando, corrían peleándose hasta que uno de sus hermanos era herido o muerto en la reyerta.
El toro llevaba diez minutos en la plaza. Ya había gastado la mitad de su tiempo en el ruedo. Por un momento el mayoral, emocionado por la pelea en varas, empezó a guardar la esperanza de que le perdonaran la vida. ¿ Y si pudiera Cerrajero volver a la finca !
( Continuará )





LA CORRIDA ( Capítulo II )

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¿ Había embestido al capote con tanta suavidad ? ¿ Había sido tan bravo en el caballo ? Pero los toros son pocas veces indultados.
Cerrajero, miraba : ¿ Dónde estaba la parte abultada ? Ahora sólo había un poste, el hombre con
rocío, el poste con dos patas. El toro estaba confundido. ¿ Era un hombre o era un poste ?
"¡ Mira, mira, mira ! Estaban llamando su atención otra vez y comenzaba a correr. El toro también se echó a correr. Esta vez el enemigo no huía. Toro y enemigo corrían el uno hacia el otro, pero cuando el golpe parecía seguro, el reto dió un paso al lado y desapareció.
La multitud dio silbidos de protesta. El banderillero había calculado mal la embestida del toro y no había conseguido colocar las banderillas que aún tenía en la mano.
De nuevo la amenaza se acercaba en círculo hacia Cerrajero. Se aproximaban con rapidez el uno al otro. Estaba allí, delante, carne para sus cuernos. Cerrajero bajo la cabeza y lanzó los pitones hacia arriba, cortando el aire, sin coger nada. El hombre poste se había escurrido.
Una nueva sensación apareció para Cerrajero : un escozor en los mojados hombros. Había también un nuevo sonido. Venía de la espalda : clap-clap-clap. Era como las ramas delgadas del eucalipto chocando unas con otras con el viento. El toro no sabía lo que hacia el ruido, sólo sabía que venía de encima y de no muy lejos de las orejas. Mientras giraba lentamente, el escozor se hizo notar ligeramente en la cruz, pinchándole como los cardos que una vez de becerro se lo lastimaron.
De nuevo apareció el hombre poste.  Corrieron el uno hacia el otro, esta vez a chocar ; y de nuevo los cuernos no alcanzaron nada. El escozor le aumentó en los hombros. El ruido del palilleo se redobló.
Por tercera vez el toro corría buscando al enemigo, hasta que la forma reluciente estuvo delante de él. ¡ Esto es lo que estaba esperando ! ¡ Peso en el cuerno izquierdo ! ¡ Una de sus defensas se estaba clavando en el enemigo !
Varios gritos se oyeron mientras el banderillero se le levantaban los pies del suelo, giraba sobre el cuerno y era despedido por encima del lado derecho del toro.
¿ Dónde estaba ? ¿ Dónde estaba el enemigo que, por fin, había tocado ? El toro giró rápidamente, seguro de encontrarlo, caído en el suelo, pero en su lugar encontró un capote que se desplegaba frente a él, haciéndole girar y desplazándole a otro extremo.
El crítico puesto en pie, aseguró, " no es grave, sólo un puntazo leve ", mientras levantaban del suelo al banderillero y se lo llevaban a la enfermería.
Cerrajero se sentía fresco. Por fin le había metido el cuerno a algo. La pesadez había casí desaparecido. La persecución del hombre poste lo refrescó, lo aligeró. El haberle cogido le dio nuevos ánimos.
El reloj marcaba las cinco y veintinueve minutos.
¿ Cual sería el nuevo reto ? Esperó y observó ; respiraba pesadamente pero tenía la boca perfectamente cerrada.
Las reyertas en el campo eran más cortas. Duraban hasta que uno de los toros huía o caía al suelo. Entonces, aunque el toro caído estuviera corneado y abierto, no se movería, se quedaría allí inmóvil, mientras el olor de sangre trajera a la manada corriendo. Y si no se lo llevaban pronto, los buitres lo picotearían hasta dejarle sólo los blancos y duros huesos y los cuernos.
El reto estaba de nuevo en la arena. Cerrajero observó con atención el bulto que avanzaba. Era más oscuro, más bajo y más pequeño, pero gritaba igual :
" Ah-ja, toro ! "
Al principio, el toro no había dejado acercarse tanto a su enemigo. Le habría atacado. Ahora esperaba. Ya no tenía tanta fuerza. Tenía que asegurarse para cogerlo. El reto se paró, quedó inmóvil. El hombre, o el poste, o lo que fuese, estaba tan quieto como los sólidos palos contra los que se refregaba los cuernos en la finca. Cerrajero embistió. Las ramas repiquetearon en la espalda. Allá metió el cuello y arriba fueron los cuernos, persiguiendo al reto que de pronto desapareció. Se revolvió. Otra vez estaba allí moviéndose, llamándolo.
Cerrajero siguió en su terreno, observando. El reto cambiaba de forma. Antes, la parte ancha sobresalía de la mitad del poste. Ahora estaba más baja, tocando la arena y moviéndose lentamente a la derecha de éste. Cuando el toro embistió tuvo que echar los pitones hacia abajo para perseguirlo. Se había equivocado, la pesadez no le había abandonado ; le había minado, entorpeciendo sus movimientos, haciéndole difícil usar el morrillo. El reto desapareció, como antes ; giró de un salto, tan rápido como pudo, intentando perseguirlo. Tiro de él y le hizo pasar por su lado una vez, dos veces, cinco veces, a la derecha, con la cabeza muy humillada.
"¡ Madre mía ! " - exclamó el crítico. "¡ Qué derechazos ! "
El matador había encendido a la multitud de tal forma que mucha gente estaba de pie, jaleando.
¿ Cuándo se pararía a luchar el enemigo, luchar y no huir ? Volvió a llamar, moviéndose y haciendo ruido ; le persiguió, pero esta vez, en vez de pararse bajo, subió por alto haciendo que los pulmones del toro se llenaran de aire fresco.
Un grito surgió del tendido : "¡ Vamos a ver esa izquierda !"
"¡ Vamos a verte a ti - le contestó una mujer.
"¡ Vamos a verte a ti, allá abajo, en la plaza, vamos a verte perder el trasero corriendo ! "
" Todo el mundo se reía . "
Ahora la parte ancha se movió. Estaba avanzando hacia el pitón izquierdo del toro. Después se paró. El toro embistió.
La multitud se estaba poniendo histérica con la serie de naturales lentos que el matador estaba dando a Cerrajero. Estaban tirando sombreros al ruedo.
El toro se sentía más débil, más lento cada vez. El dolor en la base del morrillo le daba punzadas. Ahora tenía la sangre bajando desde lo alto de la cruz hasta las pezuñas en la arena. Parte de la sangre le acariciaba los hombros.
El reto ; jugaba a ser perseguido.
Lo llamaba.
Se movía.
Cada vez tenía que humillar más y más, después de cada serie surgía un trueno de palmas.
 "¡ Ole ! "
El crítico llenaba cuartillas, en estos momentos estaba escribiendo con rapidez : " La plaza era un manicomio, llena de la emoción que produce presencial el valor y el arte puro, la belleza de la cara de la muerte ".
Cerrajero se recuperó de la última embestida que parecía no terminar nunca.
El reto se marchó a la barrera. Había algo nuevo. Brillaba y relucía como una hoja de hierba al sol de la mañana temprano en los días de rocío.
Esta vez Cerrajero cogería al reto. Lo cornearía hasta que sus pitones estuvieran calientes y pegajosos. Iba a romper la hoja de hierba plateada, tirándola al suelo y aplastandola.
"¡ Ah-ja, toro !" - grito el matador, adelantando la muleta al tiempo que apuntaba el estoque.
Pero de pronto, la multitud puesta en pie, gritaba y gritaba " Indulto ".
El presidente no dudó, había sido muy bravo en el caballo, peleando con codicia y empujando fuerte con los riñones.
Había tenido mucha fijeza, nobleza, trasmitiendo durante toda la faena y " sobre todo "¡ Que forma de humillar !" ;  sacó el pañuelo de color naranja y el matador emocionado se retiró a la barrera.
En un par de minutos el cabestraje estaba en la arena y Cerrajero los seguía lentamernte, una nube de vencejos inundó el ruedo de la plaza, volando bajo el toro.
Un soplo de viento acarició la cara del mayoral, que lloraba como un chiquillo, la gente no se cansaba de aplaudir a Cerrajero en su retirada a los corrales, el mayoral gritaba y gritaba :
"¡ Tenemos nuevo semental ! "









LOS ALBORES DEL SIGLO XX

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La fiesta de los toros, al alborear el siglo XX que, apareció sumida en la misma situación de decadencia que el conjunto de la vida nacional. La trágica muerte de " El Espartero " ( 1894 ) y la retirada de    "Guerrita " ( 1899 ) fueron dos acontecimientos en el mundo taurino que, sin duda, le colocaron en una situación de anemia cuando se abre el calendario del nuevo siglo. De otra parte, el regeneracionísmo, y en general la mayor parte de los intelectuales del " noventa y ocho ", se muestran absolutamente contrarios a las corridas de toros y entienden que, difícilmente con la pasión taurina. España va a liberar energías para la ciclópea tarea de su reconstrucción moral, social y económica. Ese talante, que Cossío califica de " inconsciente  casticismo ", quedó subrayado en la prensa de la época en el hecho de que el mismo día en que se hundía nuestra escuadra en Santiago de Cuba, los madrileños desfilaban calle de Alcalá arriba para ovacionar a " Guerrita ".
La generación de los " naides " - como la bautizó Nestor Luján - protagonizó el primer decenio de siglo." Después de mí " naide " y después Fuentes " que sentenciara " Guerrita ", reflejaba que, en ese periodo, el centro de la Fiesta no tenía dueño.
La afición sevillana pierde, trágicamente, en la década dos ídolos : Reverte ( 1903 ) y Antonio Montes ( 1907 ).
El 24 de octubre de 1911 un selecto grupo de aficionados, ganaderos y periodistas de Sevilla, acude a la Maestranza donde el hijo menor del señor Fernando " El Gallo " va a matar a puerta cerrada un toro cuatreño de Moreno Santamaría, Joselito ha toreado este año una treintena de becerradas formando pareja con " Limeño ".
El de Gelves no solo supera la prueba ante tan riguroso tribunal, sino que le hace exclamar a don Eduardo Miura "¿ Torero ? "..."Un fenómeno de los que se dan cada trescientos años ".
Los sevillanos ven torear por primera vez a Juan Belmonte en una novillada sin picadores. Era agosto de 1910. Ni un solo revistero se hace eco de aquella novillada.
El 15 de marzo de 1915 se concluye las obras de reforma de la plaza de toros de la Maestranza de Sevilla bajo la dirección de Anibal González. Se sustituye la piedra, que era el material de la construcción originaria en los tendidos, por ladrillo, se aumenta el número de filas y la plaza se hace más horizontal al perder importancia relativa los palcos y gradas. En este mismo año se inicia la construcción de la plaza Monumental promocionado por el industrial maderero señor Lissen. Situada en la Huerta del Rey, frente a la Fundición de Cañones, tenía casi doble capacidad que la Maestranza y su construcción con cemento armado era una novedad en la técnica constructora imperante en la Sevilla de esa época. El 20 de marzo de 1917 se hizo la prueba de resistencia y el primero de abril se bendice la capilla. Pero el día 11 de abril, casi un tercio de la plaza se agrieta y se hunde. Y hubo de aplazarse la inaguración hasta el 6 de junio de 1918. Un encierro de Contreras para Joselito, Francisco Posadas y " Fortuna " fue el cartel. Vida efímera la de la Monumental. Los últimos festejos se celebran en la temporada de 1920. La muerte de Joselito, la mala construcción de la plaza y las dificultades empresariales del señor Lissen, impidieron la continuidad del coso, pero, sobre todo la crisis económica y social, no hacían viable la coexistencia de dos plazas de toros en Sevilla.
El 30 de septiembre de 1915 se rompe en la Maestranza una tradición secular : la de no conceder orejas. A solicitud de los revisteros sevillanos en el Reglamente de la Plaza, se había incorporado el precepto de " no conceder orejas jamas ". También en el de Madrid existía tal norma, pero en esa fecha ya se había quebrantado. En Sevilla " orejas " . ¡ jamás !, aseveraban los aficionados más ortodoxos. Pero en la última corrida de la Feria de San Miguel, Joselito hace solo el paseo para lidiar seis toros de San Coloma. Y sale el quinto lugar " Cantinero ", negro, lucero y número 131. José está inconmensurable en los tres tercios y al caer el toro rodando de un soberbio volapie, la plaza como espoleada por una fuerza mágica, se puebla de pañuelos, y el concejal don Antonio Filpo que preside la corrida, decide sacar su pañuelo otorgando la oreja. La afición, pasado el fervor del momento, se divide entre partidarios y adversarios de la decisión presidencial. La crítica, en general, se muestra contraria. " Don Criterio ", en el Liberal habla del " mal precedente ", aunque reconoce que la faena a Cantinero se merece la oreja y el toro entero. El célebre crítico " Don Modesto " desde su tribuna madrileña escribe : No se arrepienta de lo hecho el pueblo de Sevilla. Ha roto su tradición ; pero bien rota está. Poco después, el 28 de abril de 1916, Juan Belmonte le dio réplica a José, cortando la segunda oreja en la historia de la Maestranza : el toro se llamaba " Vencedor " y pertenecía a la ganadería de Gamero Cívico.
Manuel Jiménez " Chicuelo ". El día de su debut en La Maestranza se acabó el papel, pese a la competencia de la Monumental de Sevilla, en la que esa misma tarde se celebraba una corrida de toros con Joselito, Fortuna y Camará.
A las siete de la tarde del 16 de mayo de 1920, el apoderado de Joselito, Manuel Pineda, recibe un telegrama que le llevan a la Monumental de Sevilla donde está presenciando una novillada, con el siguiente texto : Joselito cornada grave en el vientre, salida instestinos. " Parrita ".
Media hora después recibe otro de " Parrita " : Joselito fallecido. Avise familia.
Con la desaparición de Joselito se cierra la Edad de Oro del Toreo, seguida de la Edad de Plata, caracterizada por la existencia de buenos toreros pero sin la competencia como la de José y Juan, y sin que ninguno de ellos tomara en sus manos el cetro de la Fiesta.
El 16 de mayo de 1921 fallece Francisco Posada, el compañero de Juan Belmonte en los primeros años de novillero.
En 1922, el 21 de abril en una corrida de toros de la feria, el toro " Bombito ", del marqués de Guadalest, hiere mortalmente al diestro sevillano Manuel Varé " Varelito ", el mejor estilista del volapie.
Una alternativa importante en la feria de San Miguel de 1921 ; Juan Belmonte cede a Marcial Lalanda el toro " Pichuchi ", de Ramón Surga. Les acompaña " Chicuelo " el torero de la Alameda, aunque era torero de Triana. En la feria otoñal de 1924 concede la alternativa al onubense Miguel Báez " Litri ", con toros de Moreno Santamaría. Año y medio después fallecería este valiente torero a consecuencia de una cornada de otro toro de Guadalest en la plaza de toros de Málaga.
Juan Belmonte se retira por primera vez en la temporada de 1922, para volver en 1925, tras firmarle una exclusiva Eduardo Pagés. Su reaparición en Sevilla sería en la corrida en la que daría la alternativa a Cayetano Ordóñez " Niño de la Palma ".
Por aquellos día irrumpe con fuerza Francisco Vega de los Reyes " Gitanillo de Triana ", también conocido como Curro Puya, nacido en la Cava de los Gitanos, paradigma del torero a la verónica. y otro toreo afloraría también, el arte y el miedo insuperables de Joaquín Rodríguez " Cagancho ", trianero de la calle Evangelista.
El 4 de noviembre de 1934, Federico García Lorca lee en Madrid, por primera vez, su elegía titulada " Llanto por Ignacio Sánchez Mejías ", una de las obras cumbres de la poética. Desde el 14 de agosto, los restos mortales de Ignacio comparten la tierra sevillana con los de su cuñado Joselito " El Gallo ", bajo el maravilloso mausoleo de Mariano Benlliure.
Manolo Bienvenida, nacido en la calle Real de Utrera, de Dos Hermanas, falleció a los veinticinco años de edad el 31 de agosto de 1938, en la clínica San Ignacio de San Sebastián, víctima de un cáncer de pulmón.
Y termino estas pinceladas de los albores del siglo XX, diciendo que la autenticidad, es el mayor peligro que se cierne sobre la Fiesta de los toros del siglo XXI, restarle riesgo - en definitiva, autenticidad al espectáculo.
La Fiesta necesita con urgencia : " Autenticidad " y " Emoción ".





INVIERNO 2016

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Llegó otra vez Diciembre, hoy comienza el invierno.
Las grullas nos visitan de nuevo, las nieves de Gredos se dejan ver, pero el invierno es suave en la dehesa, pero algunos días el viento silba canciones entre los alcornoques en Monfragüe.
Las cigüeñas - ya sin exilio. Se quedan con nosotros.
Hoy, un día, revuelto, lluvioso y frío, donde los caminos parecen ríos y los regatos bajan zumbando, me refugio en la chimenea de Encina Hermosa, y mirando el fuego, el invierno se convierte en el sueño de la vida. Sumergido en ese sueño, comienzo el debate sobre la bravura del toro de lidia.
El toro bravo es un animal excitable, irritable al máximo, al que el hombre ha llenado de ira y se la ha sacado a flor de piel, como se saca una escultura de una piedra. El toro necesita almacenar, fabricar ira antes de saltar. El toro no es el que pega primero ; necesita que le peguen, que le molesten para responder. Entonces cuando esto ocurre, salta, pero no por instinto de defensa, sino porque hemos dado tiempo a que la ira fabrique su carga explosiva.
En la salida al ruedo desde los chiqueros ya podemos apreciar una serie de signos que nos hablan de bravura o mansedumbre. Tanto unos como otros pueden establecerse de forma positiva porque existan o de forma negativa por no estar presentes.
Cuando el animal sale al ruedo, espacio amplio del que no ha disfrutado desde su salida de la dehesa en que fue encajonado y posteriormente metido en los corrales poco amplios, siente la alegría de recobrar su albedrío, corre con ímpetu, todo su ser se conmociona y se arranca con viveza a los estímulos que se le ofrecen. Éste es un signo positivo de bravura. Por el contrario cuando sale del chiquero y corretea de forma intermitente sin arrancarse de forma definida y clara a los estímulos que se le presentan, es signo de mansedumbre.
El toro no sufre o sufre poco durante la lidia, si ésta se hace armoniosa continúa y no se deja enfriar al animal. La cólera actúa de analgésico del dolor y el toro es un polvorín de cólera concentrada. Sólo al final, cuando la hermosa hoguera de la ira se agota y sólo queda un rescoldo encendido, el toro empieza a sufrir, esto lo sabemos todos los que hemos toreado. Sin embargo, todavía embiste por oleadas porque la cólera final llega como los vómitos. He presenciado muchos toros que apuntillados, en el último segundo de la vida, embestir al aire.
Me viene a la memoria, El Espartero, el Tato, Cayetano Sanz y muchos más que no enumero, que fueron cogidos con toros moribundos, con la estocada dada.
Porque eso sí, estas montañas de ira al explotar, embisten mientras les queda una gota de sangre :
" Ciegos de ira " de rabia.
En cierta ocasión, presencié una escena en la que un toro perseguía a un vaquero descabalgado, que afortunadamente pudo subir a una encina, fue tal el golpe del testuz del toro sobre la misma que la hizo temblar.
Fortuno, que fue un semental de Villagodio, berrendo en negro, arrojó al callejón al caballo y picador, como si fueran gatos.
Bolero en 1973, echó abajo 16 metros de barrera al rematar en tablas.
Cada toro es distinto, diferente, y, de ahí, las dificultades del torero, que ha de comprenderlo, darle sus medidas, y aun su ritmo y su tiempo.
Por eso criar toros bravos es oficio costoso y lento.
En una corrida la bravura del toro equivale a la salsa en los caracoles.
El caracol sin el aliño de la salsa, es insípido, una corrida de toros sin bravura no tiene gracia, no tiene aliño, no es apetecible, cansa e indigesta. La bravura es ese punto de picante que tiene la salsa de los caracoles, como se moja en la bravura capotes y muletas. Lo difícil es dar con ese punto a la salsa y sobre todo dar punto a la bravura.
El toro se define en la suerte de varas, en las veces que va al caballo, cómo va, desde dónde va, qué hace en el caballo al sentir el castigo, cómo sale, cómo se queda, cómo toma los sucesivos puyazos, si se crece, si se duele, etc ; una serie de matices de que se compone la bravura que ha de calificarle.
Considero muy difícil verlo como se hace la suerte de varas actual al uso no sólo por los picadores, sino por los propios matadores que se abandonan en el tercio de varas, se desentienden de su participación directiva como si no tuviera importancia nada de lo que se haga con los toros hasta que ellos cogen la muleta.
¡ Que recuerdos aquellos ! : Cuando la empresa de Madrid iba a Salamanca a comprar toros para el abono. En la cocina de la ganadería - no donde se guisa, sino donde se esta - se quemaba leña de encina. A los lados sillones de cuero y tachuelas, una romana y un macho de perdiz enjaulado y dormido. Decoraban las paredes garrochas, como armas del escudo del ganadero que acosa y conduce toros. De un clavo colgaban espuelas relucientes. Se hablaba de toros, que era el tema preferido en estas cocinas. La conversación se enriquecía de voces campesinas con la llegada del conocedor, que entraba sombrero en mano, rayando con las espuelas las losas del suelo. Comentaba las novedades del día al ganadero, la vaca " Pañera " ha tenido un macho mu guapo.
Al salir el conocedor con el ruido de las espuelas, se despierta el macho de perdiz y picotea en los alambres de la jaula.
En cualquiera de aquellas cocinas de Graciliano, de Antonio o de Argimiro, la empresa de Madrid compraba toros para el abono : ¡ Que recuerdos !
¿ Y qué es la bravura ? ¿ Qué es un toro bravo ?
Un toro bravo es un hermoso y orgulloso animal que ataca siempre, sin el menor resquicio de miedo. Un toro bravo arranca pronto, embiste por derecho, galopando, seguro de su fuerza, de su poder, sin temores.
Es un gladiador que los ganaderos preparan y fortalecen en la soledad de la dehesa, cuatro años largos, para una lucha de quince minutos.
Pero la bravura en sí hay que desmenuzarla y así se conocen mejor los distintos matices que encierra.
Los ganaderos de bravo tienen que conocer a fondo esos matices, saber mezclar los positivos con los negativos, de forma que ganen aquéllos, ya que factores positivos completos es muy difícil que se encuentren en un solo animal, por muy bueno que sea.
El toreo moderno y el público actual exige, un toro con embestida recta, recorrido largo ; embestida reglada, pastosa, tranquila, como un factor esencial de la bravura.
El ganadero no debe sucumbir a la tentación de la palabra mágica - " suavidad " - en becerras que debían de ser desechadas porque no acudieron de muy buena gana al caballo. "¿ Pero fueron tan buenas para la muleta ? "
Se dice frecuentemente que el toro actual ha perdido la raza, pero ni ello es verdad, ni es lógico, puesto que el ganadero podrá haber dejado de madre una vaca no muy brava para el caballo, pero nunca habrá eliminado ninguna que para la faena de muleta haya tenido muchos pases y muchos pases son muchas embestidas, y para hacerlas ha de tener raza.
Un toro puede ser a la vez bravo y encastado ; o manso y encastado, o bravo y noble. Antiguamente el toro salía huyendo y había matado varios caballos. El romaneo contra el peto actual es lo que hace daño al toro y antes no existía.
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la concepción actual de la bravura queda sintetizada en un toro que después de la suerte de varas continué la embestida sin intermitencias hasta el final de la lidia : tenga fijeza que permita confiar al torero y posea la capacidad de lucha hasta la muerte.
En realidad todos los toros de lidia son bravos por condición y varía en ellos la intensidad de su bravura. En todos los casos el carácter bravura está presente con mayor o menor intensidad y reaccionan con arreglo al temperamento que llevan dentro.
" Bravura es la que se manifiesta en el toro que no se duele a nada que repite sus embestidas que no recorta los terrenos que no se rebosa en la muleta y que se fija en ella como único enemigo, que tiene fondo, fuelle y que todo lo que hace de frente que no usa los pitones ".
Pero de existir " ese toro "" Nada fácil ", sera un toro con bravura y con aquello de lo que en este momento carece la fiesta " emoción ".
El ganadero tiene en cuenta una serie de dimensiones para medir la bravura de los animales de su ganadería que se pueden englobar en ocho.
( 1, Fijeza ) Mantener un nivel de actividad constante pero sometida a unos ritmos y pausas.
( 2, Movilidad ) Distinguiendo entre la acometividad y la embestida.
( 3, Acometividad ) La arrancada, es decir la primera parte de la embestida.
( 4, Embestida en el caballo )
( 5, Embestida en los engaños ) Se mide el vigor, robustez y resistencia, sin caerse durante la lidia.
( 6, Fuerza ) Embestidas rectas embebidas en los engaños con claridad, franqueza y poder.
( 7, Nobleza ) Combatividad, el ímpetu y la codicia.
( 8, Fiereza ) Que trasmita " emoción " a los tendidos sin ella nuestra fiesta al restarle " riesgo " - pierde lo fundamental del espectáculo la autenticidad del mismo.





NAVIDAD 2016

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Mis mejores deseos para estas entrañables Fiestas y un venturoso 2017


" LOS DOMINGUÍN "

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Durante varias décadas, desde 1920 hasta 1970, " los Dominguines " - así se les solía llamar en el mundillo taurino - llegaron a constituir uno de los grupos de poder más importante en el sector taurino.
En Quismondo ( Toledo ), vivía el matrimonio formado por Alejandro Cruz González y Pilar Mateos.
Luis Miguel Dominguín en su boceto de Memorías decía de su abuela Pilar :
" Mi abuela fue una montaña de mujer, que parió trece hijos, de los cuales diez se los mató el hambre. No sabía leer y se deslomaba recogiendo bellotas como si se tratase de un hombre. Cuando la metieron en la cárcel, por uno de sus robos, y dio a luz una hija, en la cárcel lavó y planchó ropa de las gentes del pueblo para darle de comer a la niña. Una mujer así es muy difícil que se repita. La herencia que de ella recibí fue una constante lección de vida ".
De todos los hijos, el que causó más quebraderos de cabeza a Cruz y a Pilar fue Domingo, que iba a consagrar su vida al labrantío hasta que, un día, se enteró de que otros seres humanos se dedicaban a una profesión " que les decían toreros " y que, jugandose la vida, se la ganaban muy bien.
Cuentan que decía Domingo :
- O dejo de ser pobre o de cabeza a la sepultura.
Domingo González Mateos, nace el 4 de agosto de 1895, en Quismondo, al no estar por la labor del oficio del campo, huye de su casa en varias ocasiones con el deseo de hacerse torero.
Pero sus escaramuzas terminan siempre en su pueblo natal a donde, tras ser denunciadas sus fugas, llega conducido por los íntimos enemigos de su madre, la Guardia Civil.
Dominguito vive en Madrid del producto de su trabajo en la Taberna de Desiderio, en la Ronda de Toledo. Aprovecha sus horas libres para recorrer los cafetines en los que se reune la gente del toro. Torquito y Saleri son sus primeros ídolos, aunque no los ha visto torear. También admira a prudencial distancia, a varios subalternos, como Ignacio Sánchez Mejías, banderillero de su cuñado Joselito " El Gallo ".
Sus ya amigos, los Guardias Civiles, lo van a buscar a la Taberna de Desiderio. Es conducido " por conducto ordinario " y unas parejas se lo entregan a otras, hasta que se hace la " entrega " oficial en el Juzgado de Quismondo.
La familia Dominguín procede del citado pueblo en la comarca de Torrijos, a 67 kilómetros de Madrid, al norte de Toledo.
¿ Como sería Quismondo a fines del siglo XIX, cuando nace allí Domingo, el padre de Luis Miguel y el resto de hermanos ? No es difícil imaginarlo. Con su pintoresco estilo lo evocaba Pepe
Dominguín :
" Quismondo no estaba en el mapa....., era en esos años un pueblo agrícola pobre, muy pobre, las tierras estaban en manos de unas pocas familias.
La finca " La Companza " la compró Domingo en 1923, con un gran esfuerzo económico, por 75000 pesetas, cuando era torero en activo.
" Es la ilusión de mi vida ", decía Domingo, comprar una finca en mi pueblo natal, es el sueño realizado. No tenía entonces bastante dinero para comprarla y tuvo que recurrir al crédito.
Para todos los Dominguín, la Companza conserva el atractivo de los orígenes de las primeras luchas. Pocos días antes de inagurarse, allí. una placita de toros le dedicó un romancillo con su estilo popular Rafael Duyos :
                              Placita de la Companza,
                              con tu gloria por nacer....
                              Eres la Plaza de Toros
                               que de Toros aún no es....
                               Lo serás cuando a tu arena
                               se asome el primer burel.


El padre de Domingo se da cuenta de que su hijo quiere volar por su cuenta. " Pues si quiere ser torero ¡ que lo sea ! "
Parece ser que, antes de tomar tan " sublime decisión ", hubo un consejo familiar en el que hacía de Fiscal su madre Pilar.
Se marchó a Madrid y de nuevo en la taberna. Dedica su tiempo de ocio a lo que de verdad le importa, a ponerse en contacto con los toreros. Lo que gana en su nuevo trabajo, otra taberna cercana a la calle Mayor, una vez descontado sus gastos se lo envía a sus padres. En el establecimiento conoce al señor Julián. Una tarde invitó a Domingo a los toros. Haría el paseíllo, Rafael " El Gallo ". Es la primera corrida que presencia el muchacho. Regresa fascinado.
Los historiadores del torero no coinciden plenamente en los primeros encuentros con los toros. Según unos tiene lugar un verano, mientras Domingo pasa sus vacaciones en Quismondo. Se van a celebrar las fiestas de Almorox, en las que echan tres toros.
Son muchos los aficionados que quieren torear y, entre ellos un chico de quince años, conocido como " Chocolate " y que, a partir de entonces, estaría siempre unido a la familia Dominguín.
Domingo recibió al toro de rodillas e intentó una larga afarolada, como había visto a otros toreros.
Y siguió toreando con tanto garbo como inexperiencia, pero entusiasmando al público. Chocolate le felicita. Domingo vuelve a Quismondo y le entrega a su madre los primeros duros, cuatro exactamente, que ganó toreando.
Don Román Merchán, se decidió a apoyar al muchacho. Le consiguió una novillada en Villa del Prado, en donde vestiría su primer traje de luces, recibió su bautismo de sangre, tras una cornada que estuvo a punto de costarle la vida. Don Román, vio al terrorífico toro que le había correspondido a su pupilo. Le aconsejó que escapase por una de las puertas de la plaza. Domingo se negó en redondo. Explicó a don Román que le había costado mucho trabajo que lo pusieran en el cartel y que una espantada podía terminar con su carrera. Así es que esperó en el ruedo al toraco, pasado de años, kilos, cornamenta y mala intención. Le dió unos pases aceptables y, de pronto el toro hizo por él y lo movió con sus cuernos como si fuera un pelele. Cuando lo dejó y los compañeros lo recogieron del suelo, éste tenía el traje destrozado y sangraba abundantemente. Quisieron retirarlo, pero él se negó. Fue hacia el toro, lo dobló. le dio algunos pases de castigo y entró a matar. El mastodonte fue fulminado por la estocada.
Al llevarlo a la enfermería instalada en una casa del pueblo el médico comprueba que si los cuernos hubiesen calado un poco más el muchacho habría muerto en la Plaza.
El 15 de agosto de 1916 torea en Torrijos, Es cogido sin importancia, a la hora de matar. Ese año participa en doce novilladas matando trece novillos.
El 22 de abril de abril de 1917 se presentó en la plaza de Tetuán de las Victorias. que años más tarde regentaría como empresario. Consiguió salir a hombros. El " boca a boca " era la publicidad que funcionaba en aquellos tiempos. Toreó, otros tres festejos en la misma Plaza.
Debutó en Madrid en la plaza de la carretera de Aragón el 24 de julio de 1917. En la terna estaba Francisco Fernández, El Habanero, hermano del célebre doctor Mariano Zumel. Fracasa el ilusionado Domingo González Mateos. Eduardo Pagés lo llama para que toree en Barcelona. Interviene en dos novilladas con actuaciones triunfales.
La misma Empresa le contrata para iniciar su temporada de 1918. Torea los días 2 y 17 de febrero con poca suerte.
Dominguín ya tiene apoderado Victoriano Argomaniz, experto taurino.  Don Román, el farmacéutico de Quismondo, le sigue acompañando a todas sus actuaciones, desinteresadamente.
El 24 de febrero de 1918 vuelve a la plaza madrileña. Novillos de José Bueno. Mató a sus dos enemigos de creteras estocadas. Y esta vez su actuación fue triunfal.
En 1918, como novillero, estoqueó 105 novillos actuando en las principales plazas españolas.
La alternativa tiene lugar el 26 de septiembre de 1918, en la plaza madrileña. Le cede los trastos Joselito " El Gallo " quien hace doctores en tauromaquia a Dominguín y a Varelito.
Los toros fueron de Contreras. Toros muy difíciles. El de la alternativa de Domingo recibió banderillas de fuego. Triunfo Joselito.
De esta terna pronto no quedaría más que Domingo.
Joselito murió dos años después en Talavera de la Reina y Varelito en Sevilla.
Los Dominguín viven ya en Madrid, en un piso en la calle Barquillo. Están con él sus padres y su hermana pequeña Macaria, confirmada después como Ana María.
( Continuará )



Varelito, Joselito " El Gallo " y Domingo González Mateos " Dominguín " el 26 de septiembre de 1918 el día en que Joselito les dió la alternativa a ambos.




" LOS DOMINGUÍN " ( Capítulo II )

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Ya disfrutan si no de una excelente posición económica, cuando menos de un " buen pasar ". Vuelven a Quismondo todos los veranos.
Le esperaban a Domingo muchas corridas, tras una buena temporada en España realiza su primer viaje a América.
En 1919 regresa a España, tiene una temporada intensa pero sin alternar con las figuras de primera línea.
En la estación de Alsasua conoce a una jugadora de pelota vasca, Domingo regresa de Pamplona, de torear en los sanfermines, Gracia Lucas Mateos regresaba de Pamplona, también a Madrid acompañada de su madre. Se casan y no tardan en tener su primer hijo Domingo  González Lucas, en la calle Echegaray número 7.
La tarde del 13 de junio de 1920, el día de San Antonio, actúa en la plaza de Madrid, con Celita y Algabeño II. Lidió un toro de Salas y otro de Contreras. Mereció y recogió tres orejas y su triunfo tuvo inmediata repercusión hasta el punto que toreó 32 corridas. De nuevo viaja a América, en donde lidió nueve corridas. En 1921 participa en 35 corridas. Baja su cartel porque sus actuaciones son irregulares. Le esperan de nuevo las tierras americanas, en donde torea 13 corridas.
Decae su cartel en España. En 1922 actua en 20 festejos. En 17 en 1923 y 1924 y sólo tres en 1925. Ya había sido empresario en varias de sus corridas.
El padre de Domingo Alejandro Cruz volvió a Quismondo para morir. Quería morir en su pueblo, en donde está enterrado. Años después su mujer, " la abuela Pilar " se iría a vivir con su hija Ana María, casada con un militar y de su matrimonio nace María ( Mariví ).
El matrimonio que forman Gracia y Domingo reciben la visita de su segundo hijo, el 19 de marzo de 1922, en su casa de la calle Echegaray, 7 y recibe el nombre de José Alejandro,  que correspondía a sus abuelos.
La familia Dominguín se trasladaron a la calle Arrieta, en donde nació la primera de las hijas, Gracia. más conocida como Pochola. Nace en octubre de 1924. Vuelven a cambiar de casa, esta vez a la calle de la Ballesta, donde nace Carmina, Luis Miguel nace en San Bernardo, despues se cambiaron a Atocha y finalmente a la calle del Principe,
En 1923, comprarían, por 75000 pesetas, la finca La Companza, a cinco kilómetros de Quismondo.
A la retirada de Domingo, sumaba un capital de 600000 pesetas y estaba en condiciones de convertirse en hombre de negocios taurinos. La estabilidad económica no era su sino. Pasó por las más graves ruinas y volvió a rehacerse una y otra vez.
Jugaba fuerte no solamente por sus toreros, sino en las plazas que regentaba. En la Coruña fue empresario durante 22 temporadas y organizó dignas ferias.
Asimismo estuvo asociado con Pedro Balañá en la explotación de la plaza de Barcelona, y con Eduardo Pagés en la de San Sebastián, Logroño, Jerez de la Frontera, Talavera de la Reina, Algeciras. También fue empresario de la plaza de Madrid y la de Toledo y propietario de la de Pontevedra.
Una tarde en la que no triunfaba como torero fue capaz de vislumbrar las posibilidades de Joaquín Rodríguez " Cagancho ", en los años en que Domingo dirige su carrera son los de mayores éxitos. Consigue, durante cinco años contratos para " Cagancho ".
Cuentan que Domingo Ortega, natural de Borox, que trabajaba en los campos toledanos se enfrentó por primera vez a un toro escapado, sólo con la chaqueta en el brazo.
Se dió a conocer en 1929, al realizar un quite en una corrida en Aranjuez que torean Marcial Lalanda y Manolo Bienvenida.
Domingo Ortega ha representado la plenitud del poder sobre los toros, que era el ideal de Domingo Dominguín. Domingo piensa en las peripecias de su profesión por la mañana, por la tarde y por la noche.
Muchos años después, cuando su hijo Luis Miguel, siempre zumbón, se mete con él, Domingo se exalta : " Cuando yo me vestía, se vestía también Joselito, y se vestía Juan Belmonte, y se vestía Gaona.... ¡ El torero más grande he sido yo, si señor !
Pero luego añadía, por lo bajo, para que no lo pudiera oir su hijo, que él era el más grande..... pero sólo después de Luis Miguel.
Su amor a la Fiesta va siempre unido a su pasión por sus hijos. Que ellos sean toreros.
Cuando nació Dominguito le decía a Chocolate, su fiel amigo :
- Ya tengo el sucesor.
" Cuando nació Pepe, volvió a decirle :
- ¡ Ya tengo, la pareja !
La teoría taurina del viejo Dominguín está muy clara, sigue la linea clásica de la lidia, basada en el conocimiento del toro y el dominio de las suertes : la de Guerrita y Joselito, la que él inculca a sus hijos.
Es inflexible en la preparación de sus hijos. Ante todo, la física. Antes de desayunar, cada día, les hace correr cinco kilómetros, alternando la marcha hacia delante y hacia atrás, con todos los movimientos que pueden necesitar en el ruedo.
- En mi casa decía Domingo : mis hijos no oían hablar de otra cosa que de toros. Los chiquillos iban a la plaza de Tetuán de las Victorias, que regentaba Domingo, para jugar con otros niños al toro. Al verlos torear de salón, a Domingo se le caía la baba. Sin decirlo a nadie, soñaba con que aquellos hijos suyos fuesen toreros. Toreros mejor que él, los mejores en definitiva. Por eso fomentó su afición, les ayudó de mil maneras.
Sus hijos le respetaban, pero cada uno imponía su criterio.
Luis Miguel fue el más rebelde. Toreando de corto en Campo Pequeño y cuando iba a poner un par de banderillas, recibió una orden de su padre :
- Miguel, lleva el becerro al tercio.....
- ¡ Tu te callas ! - fue la impertinente respuesta del joven becerrista.
- Se fue a los medios y allí clavó un par extraordinario, tras el cual recibió una gran ovación.
Después preguntaría a su padre, el porqué le había mandado el banderillear en el tercio. Quería saber el porqué de las cosas. Desde entonces padre e hijo hablaban las cosas al terminar la corrida, para analizarlo con detalle.
En 1940, Domingo compra otra finca inmediata a la Companza, de esa manera la ampliaba, era la ilusión de su vida.
Su mujer, Gracia Lucas Lorente, nacida en Tijola ( Almería ), siempre apoyó a Domingo,aunque no tenía nada que ver con el ambiente taurino. Jamás vió torear a su marido después de casados y mucho menos a sus hijos. Incluso la horrorizaba verlos en el cine.
- Un día la llevaron a ver una película en la que aparecían toreando Pepe y Luis Miguel. Cada momento se sentía ahogada por una terrible angustía. Sus hijos se reían contemplando su actitud.
Ya había pasado mucho con su marido, con sus cogidas, como la que sufrió en Zaragoza a la que acompañó porque quería rezar ante la Virgen del Pilar. Domingo le prometió que les cortaría a los toros las orejas. Se lo trajeron en una camilla con el traje lleno de sangre, la cornada le atravesaba el muslo.
Otra tuvo en Ricla, en un festival, cornada en el vientre que puso en peligro su vida. Domingo se vió con los intestinos en la mano y pensó que se había terminado todo.
La mayor alegría de Gracia fue cuando su marido decidió dejar de torear. Fue feliz, con su retirada sin imaginar entonces que sus hijos seguirían los pasos de su padre en los ruedos.
Colaboró con Domingo en la explotación de la plaza de Tetuán de las Victorias, de la que era empresario.
Domingo, el hijo mayor del matrimonio era muy buen estudiante y escribía cosas muy bonitas, que a veces le publicaban en periódicos y revistas.
Pepe, el segundo hijo también era estudioso y mostraba mucho interés por los libros. Luis Miguel era muy serio y a todos les embelesaba su seriedad.
Una noche que regresaban de la Companza, Gracia intentó abrazar a Luis Miguel y él no pudo contener un grito de dolor. Le confesó a su madre, porque no mentía nunca, que lo había revolcado una becerra. Tenía apenas cinco años. Se quejó de que sus hermanos no le dejaban torear alegando que era pequeño.
Los capotes más pequeños de lo normal los traían envueltos, Gracia se dio cuenta de la complicidad de Domingo y pensó que nadie podría detenerlos en su vocación.
Aquello costó un disgusto matrimonial.
"¿ Te das cuenta de lo que estás haciendo con los niños, Domingo ?, le preguntó, desesperada. El quiso consolarla. " Gracia, para mi el toreo lo es todo. Yo moriré siendo torero y mis hijos significan mi continuación. Además, no les dejaría torear si no supiese que van a ser grandes toreros. Unas figuras. Gracia, te lo digo yo que de eso entiendo mucho.
( Continuará )




  1. De izquierda a derecha : Luis Miguel, Pepe y Domingo Dominguín Lucas.


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